Si hay algo que me molesta enormemente son las campañas publicitarias presentándole al consumidor un producto asegurando que es lo que no es. Es decir: engañando descaradamente. Es un engaño "legal", inexplicablemente admitido por todos y que lo vemos como algo normal, pero que es sumamente grave cuando encima viene del propio fabricante del producto del que, se supone, uno debería fiarse al cien por cien.
Y no me molesta porque me engañen a mí (que para eso no hace falta esforzarse mucho, por otra parte), sino porque engañan al consumidor, que adquiere ese producto (o piensa en adquirirlo) basándose en esos lemas que la marca repite, y luego se encuentra con que es puro cuento. También me duele por la propia marca, en este caso Casio, que debería ser la primera en perseguir, enmendar y, si es necesario, castigar este tipo de conductas de sus filiales. Porque lo que ocurre con el distribuidor oficial de Casio en Brasil, y con su agencia de prensa y marketing, se las trae, puesto que no es la primera vez que meten la pata.