Esta mañana he puesto mi teléfono móvil a recargar; a su lado, he buscado un enchufe para recargarle la batería al lector de rtfs que uso para las oraciones. Otro de los enchufes lo he dedicado a recargar el Nokia que uso para conectarme a Internet y, en momentos de extrema necesidad, como modem. Finalmente, he tenido que irme al salón para usar otro de sus enchufes para el smartphone. También he aprovechado esta soleada mañana para la recarga del Tough Solar. En este caso, no fue necesario recurrir a un enchufe, ni adaptador de corriente, ni cargador alguno. Simplemente lo he dejado que le diera la luz. Una delicia.
Sí, respecto a todos los aparatos que requieren recarga constante y siempre tener a mano un enchufe, uno no puede evitar sentir un cierto alivio cuando ve que su reloj, sin embargo, puede recargarse por sí mismo. Lo mismo ocurre con las calculadoras solares, capaces de funcionar con una ínfima porción de luz.