Ver ese bonito reloj en el escaparate, esos llamativos colores, esa magnífica combinación de tonos... Son sin lugar a dudas una de las primeras cosas que nos atrae de los relojes. Pero, tras ese atractivo se esconde una realidad mucho más dura: la permanencia de esos tonos. Casio ya sufrió varios reveses en ese sentido. En los ochenta, algunos de sus modelos poseían la placa del transductor en el frontal, en un sitio demasiado expuesto y, además, pegada en muchas ocasiones al logo de los Marlin. La diferencia de soporte hacía que, con el uso, un lado del logotipo se decolorase más que el otro, presentando un aspecto bastante desastroso. Con el paso a G-Shock y demás series, Casio acabó corrigiendo ese defecto.
Con el uso masivo de relojes con tecnología por recarga solar este problema se agravó en gran manera. Relojes con sus leyendas brillantes, acabaron con sus bonitos e iniciales tonos totalmente descoloridos, tanto que a veces ni se llega a reconocer ese modelo. Este, por cuestiones de materiales, es un defecto que se acusa más en los modelos con cristales de resina que en los de cristal mineral.