Muy interesante el anuncio de época de la Casio Mini, no solo por poder apreciar en un tamaño considerable el logo de la antigua Casio de los setenta, el cual solo de por sí nos transporta a otra época muy distinta a la que vemos hoy, sino por los "sabrosos" ejemplos de los usos de una calculadora que, en aquellos años setenta, nos ofrecían.
Ahora todo eso se ha visto reducido a un único aparato: el smartphone. Una pantalla en donde (si aciertas con la tecla y no tienes la vista cansada, ni cambias de pantalla sin querer o cierras la app al meterlo en el bolsillo, así como mil inconvenientes más de esos trastos de hoy, el más sambólico ejemplo de la sociedad actual) tienes todas las calculadoras que quieras a tu disposición. Claro que uno tiene tantas que nunca sabe cual usar y ninguna le agrada, saturación, hastío y lo que en mi tierra llaman "refalfio" en estado puro. Pero eso no ocurría antes. Tener un aparato de estos en el bolsillo era casi la gloria, y ojo, que únicamente podías contar con seis dígitos y las operaciones básicas de suma, resta, multiplicación y división. Nada de cambios de signo o raíces cuadradas, ni mucho menos funciones científicas como las potentes ClassWiz actuales.