Detenernos en la historia del F-91 es como contar la historia de la pugna constante de Casio por seguir siendo uno de los pocos fabricantes en ofrecernos modelos digitales como los de antaño, como los auténticos. Cuando el resto de marcas japonesas (Seiko, Citizen...) fueron abandonando sus líneas de relojes digitales, bien creando submarcas marginales (Q&Q en el caso de Citizen) o usando su división de electrónica digital para alimentar al mercado low-cost, sin apenas evolución ni innovación (Epson, en el caso de Seiko), Casio fue la única de las grandes niponas en continuar fiel a sus principios.
Pero para llegar a ser lo que son hoy en día, tuvieron que superar no pocas dificultades y transitar por unos años de travesía en el desierto. Fueron casi una década, la de los noventa, en la cual Casio estuvo durante algún tiempo en la cuerda floja. La "crisis del cuarzo" y el renacimiento de la relojería mecánica dieron al traste con la mayoría de los intentos del fabricante japonés por reflotar. E intentos tuvo muchos: lanzamientos de líneas "bussiness" a principios de los noventa, de relojes conectados, inteligentes y de compleja electrónica (VCL-110 "Vivcel", CMD-40 y derivados con tecnología "Wrist Remote Control", WQV-10 y variantes con cámaras de fotos, o los HBX-100 "PC-Unite") a finales de esa misma década, o el nacimiento de las líneas de modelos outdoor y de aventura, con sus Pro Trek, Pro Trek Ley, Pathfinder...