Hace pocos meses construyeron un paso para minusválidos, con una rampa de acceso que ahora también usa, por su comodidad, todo el mundo, en una iglesia del centro de la ciudad a donde, esporádicamente, a veces suelo acudir. Ayer me acerqué hasta allí, y entré. Al hacerlo - era la primera vez que usaba ese nuevo acceso - me di cuenta que, al pisar, uno de los bordes de ese paso cedía. Supongo que no tardará mucho en caerse.
No fue una obra barata, de hecho con el aumento de la secularización el dinero para esas cosas cada vez es más escaso, así que tuvieron que pedir ayuda y abrir una colecta, que costó lo suyo completar hasta llegar al objetivo. Pero tras todo ello, me sorprende que, pocos meses después, una obra de semejante envergadura ya tenga esos defectos.