Eran otros tiempos, ciertamente, y Casio se movía en el mundo de la relojería y productos electrónicos de manera muy diferente a como lo hace ahora. Hasta tal punto que Zenith Corporation, compañía de electrónica estadounidense (no confundir con Zenith la relojera), decidió demandarlos por vender sus productos a precios inferiores a su valor (técnicamente "a menos de su coste de mercado"). Esto ocurrió a finales de los ochenta, cuando la época dorada del cuarzo se terminaba y las marcas de relojería comenzaron a entrar en otra nueva crisis (sobre todo las de tecnología relojera).
No fue banal esa demanda, ni mucho menos, y aunque ocurriese en los Estados Unidos, obligó a Casio a crear reservas de fondos y despedir personal, con el fin de hacerle frente a posibles sanciones. Como consecuencia, como siempre suele ocurrir "pagaron el pato los de abajo", y entre abril de 1990 y octubre de 1991 los empleados de Casio en Estados Unidos pasaron de 258 a 209.