Cuando, hace años, y por un problema de visión, las cosas que aparecían a cierta distancia las llegaba a ver algo borrosas, ver la hora con mi Casio W-213 era una auténtica tortura en algunos momentos. Tenía que caminar por la calle y cada vez que quería consultar la hora elegir el punto exacto donde los dígitos no aparecieran borrosos. Si lo acercaba mucho, lo veía mal, y si lo alejaba, también. Eso me hizo pensar que la mejor solución para salir del paso sería usar la lectura mnemotécnica (de hecho, la que usan, sin saberlo, la mayoría de personas que tienen un reloj analógico, o que conducen un coche y una moto con indicadores de este tipo), en donde no "lees" la hora como en uno digital, sino que simplemente te guía la posición de las agujas, y no tienes que detenerte (una vez que has aprendido cada marca de la esfera, ya lo sabéis... pero bueno, eso se aprende de pequeños) para contemplar la hora. Un simple vistazo basta. Pero yo tenía un problema, y es mi amor a los digitales. Por fortuna Casio tiene estupendos modelos duales, y es uno de ellos el que uso de forma habitual, por lo que puedo disfrutar de ambos mundos, viendo la hora, o "leyendo" los datos en la pantalla LCD, según me apetezca o necesite.
Explico todo esto como una manera de introduciros al tema que quiero compartir con vosotros: el enorme número de relojes analógicos que se venden frente a los digitales. Y es que la gran mayoría de personas mayores que tienen problemas visuales (y no tan mayores), no pueden consultar la hora si no es con un reloj analógico. El reloj digital te da muchos datos, y ofrece una gran variedad de combinaciones para aprovechar la pantalla (gracias a los LCD de matrices), pero uno analógico tiene un encanto innato que es innegable.