Eran otros tiempos, ciertamente, y Casio se movía en el mundo de la relojería y productos electrónicos de manera muy diferente a como lo hace ahora. Hasta tal punto que Zenith Corporation, compañía de electrónica estadounidense (no confundir con Zenith la relojera), decidió demandarlos por vender sus productos a precios inferiores a su valor (técnicamente "a menos de su coste de mercado"). Esto ocurrió a finales de los ochenta, cuando la época dorada del cuarzo se terminaba y las marcas de relojería comenzaron a entrar en otra nueva crisis (sobre todo las de tecnología relojera).
No fue banal esa demanda, ni mucho menos, y aunque ocurriese en los Estados Unidos, obligó a Casio a crear reservas de fondos y despedir personal, con el fin de hacerle frente a posibles sanciones. Como consecuencia, como siempre suele ocurrir "pagaron el pato los de abajo", y entre abril de 1990 y octubre de 1991 los empleados de Casio en Estados Unidos pasaron de 258 a 209.
Esta técnica de ventas es una práctica cotidiana en países como China, donde por ejemplo el acero está subvencionado por el gobierno en gran medida, y a las empresas les sale muy barato fabricar productos con él. No quiere decir que la compañía fabricante pierda dinero, sino que cuando ese producto llega a un mercado distinto, produce una alteración del mismo ya que el producto importado llega a ser mucho más barato que el coste de producirlo en ese mismo país donde se vende.
Con esta estrategia se llegaron a hacer desaparecer a la mayoría de firmas españolas tras la entrada de productos exteriores durante los años setenta y ochenta, convirtiendo a España en un auténtico erial en ese sentido. Actualmente las grandes economías suelen tener en sus legislaciones medidas específicas anti-dumping (por ejemplo, en la Unión Europea) aunque en la práctica sean poco o nada eficaces, y resulte muy difícil aportar pruebas para que las compañías locales puedan ejercer esas medidas de protección.
Si el anti-dumping llega a imponerse aquí, la mayoría de productos chinos desaparecerían de las tiendas, jaja!
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