
En prácticamente todas partes encontrarás que el titanio es un mineral totalmente inofensivo, te dirán que es inerte, que no causa irritación, que es, en suma, hipoalergénico. Bastantes químicos y muchos médicos pondrán el grito en el cielo si intentas defender que el titanio puede tener efectos adversos en la salud humana. Pero, de hecho, los tiene. El problema del titanio es común a muchos otros elementos parecidos (como el amianto en sus tiempos, o, mucho más atrás aún, el radio como recubrimiento de agujas de reloj para que brillasen en la oscuridad): la falta de estudios profundos que determinen su toxicidad. Afortunadamente, por supuesto, el titanio es mucho más seguro que esos dos elementos que acabo de mencionar, pero no está exento de peligros.
Es cierto que el titanio es un material muy resistente a la corrosión, realmente, es uno de los pocos materiales tan resistente que prácticamente se mantiene inalterable. El "secreto" es que se recubre de una capa protectora que "lo aísla", protegiendo el metal. Hay que recordar que todo metal en contacto con fuertes reactivos acaba oxidándose, y el propio oxígeno de la atmósfera es un gran oxidante. Con el tiempo, y dependiendo de la aleación utilizada en el metal con el titanio, éste se oscurecerá y presentará un color negruzco.