Primera parte: toma de contacto. Ayer me llegó por mensajero el GSW-H1000 de G-Shock, el reloj que está "en boca de todos", el reloj de moda, el reloj del que se han escrito ríos de tinta y, seguramente, aún se escribirá mucho más.
Tras abrir el paquete y comprobar por alto "el pedazo de bestia" que acababa de llegar a mis manos, comprobé - no sin cierta decepción, os lo confieso - que el reloj ni siquiera encendía si no estaba emparejado con un smartphone. Casio había asegurado por activa y por pasiva (así habíamos creído entender también nosotros) que este novísimo smartwatch con Wear OS podía funcionar "en modo convencional". Así pensaba hacerlo yo. Pero no, ni mucho menos: lo primero que te pide es que instales la Wear app en tu smartphone, o adiós muy buenas. Vaya - pensé, desilusionado -, bonito pisapapeles de 700 . ¡Qué fuerte! ¡Qué drama! ¿Y ahora qué?
Pues bueno, habrá que pasar por el aro y tragar. A instalar la puñetera app. La descargo, cojo un smartphone con Android, la intento instalar. "Error de análisis del paquete". No hay forma. La app de Wear OS no hay quien la instale. Vale, tranquilo, no todo se ha perdido. Mientras haya vida hay esperanza. Me voy a por otro smartphone, uno que me regalaron de una desconocida marca china, que funciona arrastrándose pero que sirve muy bien para lo que lo uso, que es para leer en pdf. Segundo intento. Trato de instalar la app. "Error de análisis del paquete". No se puede instalar.
La app no funciona. El precioso, robusto y soberbio GSW-H1000 se queda ahí, mudo, con su pantalla en negro con la que no puedes hacer nada, ni siquiera mostrarte la hora como un mísero F-91. Esto es un desastre. ¿Quién me llamaba a mí meterme en estos jaleos? Tengo el mejor reloj del mundo en mi poder, el dispositivo de muñeca más avanzado de todos los tiempos, ¡y no puedo ni ponerlo en funcionamiento!
¡Horror!