No puede salvarte un reloj

Decía en un post anterior que a uno lo que menos le apetece en estos momentos es hablar de relojes. No es que no le sigan gustando, claro que sí, y también los usa, pero es algo paradójico que, cuando creías que el reloj iba a ser ese instrumento imprescindible e insustituible, acabe siendo casi todo lo contrario. Cuando sales a la calle te recomiendan estar sin él, porque es un riesgo añadido y un trabajo extra a la hora de desinfectar. En estos últimos días estamos viendo que la estrella en las ruedas de prensa que los gobiernos ofrecen insistentemente es el Apple Watch: una gran mayoría de políticos llevan uno. Quién iba a pensar que en lugar de robustos G-Shock, de duraderos y avanzadísimos Pro Trek, el protagonismo en las muñecas se lo iba a llevar el "mini-teléfono" de Apple.

Las autoridades sanitarias nos aconsejan que, si salimos, lo hagamos sin reloj (y sin anillos, pulseras y joyas similares). En su lugar, nuestro elemento cotidiano serán ahora guantes y mascarilla. Quizá era que todos nuestros relojes no venían de una hecatombe nuclear, como nos hicieron creer con su publicidad, sino de un mundo "color de rosa" y "chuli-mega-guay" que ha dejado de existir. Cuando lo que importa no son las transparencias de tu reloj, sino simple y llanamente "salvarte el culo", que tenga brillos aquí o allá importa bien poco.




Creo que G-Shock cometió un error -lo digo claramente aunque me pese- de perspectiva, y ojalá en un futuro a medio plazo lo remedie, puesto que de todo se aprende. Cometió un error, digo, al enfocar la mayoría de sus relojes para un escenario bélico casi en exclusiva y olvidarse de todo lo demás. Obvió que tal vez el plástico, las resinas y los recovecos no sean tan importantes ni imprescindibles en otros entornos quizá menos "vistosos" pero igualmente peligrosos y amenazantes, como lo son las guerras biológicas.

Creo que todos deberíamos aprender lecciones de humildad ante este virus que nos retiene aterrados tras nuestros muros, y en el caso de Casio, y de G-Shock en concreto, una de sus lecciones debería ser esa.

Es lo peor, admitámoslo, que a unos amantes de relojes como somos nosotros nos aconsejen no llevar reloj. Claro que también nos aconsejaron no llevar mascarilla, ni guantes, y he ahí "a todo quisqui" cubriéndose con mascarilla. Creo que lo inteligente no es no llevar reloj, peor sería llevar smartphone y estar todo el rato manoseándolo, o smartwatch y tener que toquetearlo para encender la pantallita, y sin embargo se les llena la boca a muchas autoridades insistiendo sobre las bondades de las telecomunicaciones. Claro que eso lo hacen ellos parapetados tras sus redes de fibra óptica, sus dispositivos de miles de dólares, y sus enormes ofertas de canales, plataformas y servicios online con unos precios imposibles para nosotros de pagar. Porque no cobramos doce mil euros mensuales, dicho claramente y sin tapujos.


Todo eso que, precisamente, muchos de nosotros, ciudadanos de a pie, de segunda o de tercera, no podemos ni soñar ni disfrutar en nuestros cubículos -y con suerte, porque hay algunos que ni eso- de unos pocos de metros cuadrados sin jardín, sin piscina, y a veces sin ni siquiera balcón para salir a aplaudir a las ocho de la tarde.

No estamos hablando de que tengas que prescindir de tu IWC, cosa de la que ellos tampoco prescindirían, sino de que, al no tener sus mismos medios (no tienes un servicio de desinfección personalizado, ni la posibilidad de hacerte un test en cuanto tosas que ellos, los poderosos, sí tienen, y por supuesto tampoco tienes una habitación reservada en la Ruber, a lo más un rincón en un atestado polideportivo), debes tratar de reducir tus riesgos a exponerte por la cuenta que te trae.


Y he ahí el gran problema. O el dilema, si se quiere ver así. Porque eso significa prescindir de nuestro reloj para salir, que era nuestra mayor motivación. Me pregunto cuántos de vosotros habéis dejado de llevarlo para salir a la calle. Admito que yo soy uno de ellos, y cuando puedo, dejo el reloj en casa (y también dejo el móvil, no lo necesito para nada cuando voy al supermercado, y es un lío monumental desinfectarlo, así que me evito hacerlo no llevándolo conmigo). Y no me habléis de que eso raya la psicosis, porque mírate, llevando mascarilla. Así que algo horrible sí pasa (sino no nos habrían hecho arresto domiciliario por casi dos meses ya, claro).

Pero la cosa no es tan sencilla. No es cuestión de llevar tu F-91 por ahí y luego desinfectarlo hasta acabar gastándolo como una goma de borrar. Lo que más me duele es que Casio podría haberse preparado para esto desde hace mucho (o mejor dicho, prepararnos a nosotros para esto con un buen reloj). Le llevamos diciendo desde hace lustros que sería bueno ofrecer ese completo Marlin en digital, fácil de limpiar, robusto, cómodo, y de acero macizo y duro cristal mineral. Pero nada. Si lo hubiera hecho, estaríamos hoy ante un firme candidato a convertirse en "reloj de la pandemia" por excelencia, y no estaríamos ante un vacío sin poder usar un reloj ideal para enfrentarnos a este enorme reto del que ahora, por desgracia, carecemos.


| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com