Nunca me imaginé llegar a redactar este post pero ya me veis, aquí me encuentro haciéndolo. Han sido tres años escribiendo prácticamente cada día, tres años compartiendo con todos vosotros mis experiencias, mis pensamientos, y alguna que otra confidencia, por lo que no me resulta nada fácil despedirme, y la verdad es que no sé muy bien cómo hacerlo. En todo este tiempo ha habido de todo, experiencias muy desagradables pero también he conocido personas increíbles, que me han aportado mucho tanto humana como en la parte práctica del blog. Muchos son lectores, como Guti, con el que me he sentido identificado prácticamente desde el principio de leer sus conversaciones. Adan, de GSW, que siempre se mostró tan atento conmigo, David, de Casio España, al que le he dado más de un quebradero de cabeza y sin embargo siempre me ha tratado -y ha tratado al blog- de una forma magnífica, y que es una persona encantadora, y cómo no, a Jose de Relojes de Moda, del cual me quedaría corto en calificativos por todo lo que me ha ayudado desinteresadamente, y cuya simpatía y gentileza me ha hecho envidiar a los clientes de su tienda al poder contar con una persona tan dispuesta y cercana. Y tantos otros colaboradores y amigos, como Jorge, Cristina, Jokerblue... Recuerdo especialmente a Tere Abumohor y Víctor Gálvez, los dos embajadores de Baby-G y G-Shock respectivamente, y que tan cercanos y atentos se mostraron siempre.
¿Por qué me voy? Bueno, en estas últimas semanas he sopesado mucho esa decisión. No es una razón, creo que es un conglomerado de muchas de ellas y una mezcla de circunstancias personales y también innatas al blog. En parte me siento también un poco con las manos atadas, veo que aquí no puedo crecer mucho más, y aunque algún amigo me ha aconsejado: "no dejes un blog en la cúspide sin irte a otro mejor", la verdad es que no me voy a ningún lado. No me voy porque nadie me haya ofrecido ir a otro sitio, pero siendo sincero prefiero dejar esta publicación cuando está en uno de sus mejores momentos, que no siendo un fracaso. No es por orgullo ni por irme con la cabeza bien alta, sino porque creo que es la mejor forma de hacerlo. No está bien abandonar a tu equipo cuando esté en el peor momento, o saltar del barco cuando se hunde, no. Mejor hacerlo cuando lo hayas hecho arribar a puerto seguro y la tripulación esté completa.