No son pocos los que han querido volver a lucir la moda de aquellos clásicos relojes digitales de los ochenta. Tansportados a una época en donde algunos no han llegado a vivirla, pero seducidos por aquella atmósfera de tecnología incipiente con banda sonora de Michael Jackson, la mayoría de personas se llenaron de emotividad, de cierta añoranza.
Pero lamentablemente los relojes sucedáneos que les ofrecían ahora eran solo eso: sucedáneos. Sólo un pequeño chispazo de lo que habían sido. En contraposición a aquellos Marlin o HD se les ofrecía ahora los F-91 o los W-215. Aquellos modelos de bello molde fabricados en Japón se les sustituía ahora por relojes hechos en masa en China. Todas las marcas, quien más quien menos, lanzaron su propia versión de "los vintage", una interpretación puramente estética que poco tenía que ver con sus originales a quienes -supuestamente- aspiraban a imitar.