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12.08.2020

Relojes en la literatura (77)




Título: Jauría

Autor: Kelley Armstrong

Fragmento:


Le Blanc se había sentado al otro lado de mi. Lo ignoré. Dada la opción, prefería hablar con Marsten antes que con el hombre que había matado a Lagan.

- Leí un par de artículos tuyos en la revista - continuó Marsten -. Muy bien escritos. Parece que tienes una carrera exitosa.

- No tanto como otros - dije, mirando su Rolex -. ¿Lo compraste o es robado?

Le brillaron los ojos.

- Adivina.

Lo pensé.

- Lo compraste. Sería más fácil - y más barato - robarlo, pero tú no usarías el reloj de otra persona. Aunque no te molestaría comprarlo con el dinero que obtuviste robando las joyas de alguien.

- Como siempre, acertaste.

- Los negocios deben de andar bien.

Marsten volvió a reír.





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12.05.2020

Relojes en la literatura (76)




Título: A Contrarreloj. Paul Davis. Quinta temporada: Cazadores de vampiros

Autor: J. G. Chamorro

Fragmento:


Por encima de la manga izquierda sobresalía un reloj, también de color negro. Deslicé el tejido un par de centímetros, y comprobé que era un Casio GW-M5600, un reloj de la gama G-Shock de Casio, diseñado y construido para ser cómodo, ligero y resistente. Curiosamente era un reloj concebido inicialmente para el público masculino, aunque como sus dimensiones no eran tan enormes como las de otros modelos, no era anómalo encontrarlo en las muñecas femeninas. Claro que ellas solían preferir sus variantes de colores, en azul "navy", amarillo "yellow positive" o en naranja. En cambio aquella chica había optado por la versión estándar, la que era tan negra como su ropa. Precisamente la variante más popular, la más vendida. ¿Acaso debíamos culparla por ello?

- Puedo asegurarles que esta mujer no es una vampira -. Pronuncié ante el asombro de la multitud.




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11.28.2020

Relojes en la literatura (75)




Título: Vida de los Santos de Butler. Beato Germán José

Autor: Wifredo Guinea, S.J., Herbert Thurston, S.J, y Donald Attwater

Fragmento:


Con frecuencia era arrebatado en éxtasis. Como los arrobamientos se prolongaban cada vez más, era difícil encontrar quien quisiese ayudarle en la misa. El beato se ganó el amor de sus hermanos por su solicitud. A pesar de sus visiones, tenía mucho sentido práctico y era un excelente mecánico; así pues, iba de convento en convento reparando los relojes.



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11.24.2020

Relojes en la literatura (74)




Título: Esta vida no es la vida

Autor: Monseñor Gaume

Fragmento:


¡Vosotros no admitís la creación! Admitís, pues, efectos sin causa, ríos sin fuentes, casas sin artífice, relojes sin relojero, cuadros sin pintor.




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11.17.2020

Relojes en la literatura (73)




Título: Yo, el ministro. Un viaje perdido

Autor: Nirca Stevenson

Fragmento:


Luego guardé el móvil, y apoyé mis codos sobre el soporte de piedra, mientras los pensamientos se me iban, y la tarde transcurría a ritmo tan lento, que casi podía sentirla arrastrar los pies entre el segundero de mi Casio de sustitución. Lo miré. Sí, necesitaba un reloj más "serio", aquel W-59 parecía una pulsera de plástico de juguete... Tal vez debía comprarme un nuevo G-Shock, como el que había llevado conmigo durante tantos años.

- ¡Hola! ¿Puedo sentarme?

Era pelirroja. Vieja, arrugada como una pasa, con labios torcidos, una línea un tanto titubeante en la raya de sus ojos, y con un vestido estampado oscuro pasadísimo de moda. Pero pelirroja.





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11.11.2020

Relojes en la literatura (72)




Título: Vida y misterio de Jesús de Nazaret

Autor: José Luis Martín Descalzo

Fragmento:


No está en la razón ni en los progresos de la ciencia, como suele creerse. La verdad es que nosotros, modernos, amamos el orden, lo amamos con todo nuestro corazón, lo amamos por encima de todo, lo idolatramos. No queremos que se trastorne el orden ni por un mensaje del Rey de reyes. Y nuestra concepción del orden es lo más mezquino, lo más avaro que hay, lo más coriáceo, más materialista, más estúpido. En todos los dominios, aún en el del espíritu, lo que veneramos es el orden policíaco, el orden totalitario, el orden de un mecanismo preciso y riguroso, como el del reloj tic, tac, tic, tac, tic, tac, por los siglos de los siglos. Este rigor y esta monotonía nos tranquilizan, no hay sorpresa posible. Odiamos por instinto todo lo que venga a interrumpir esa monotonía.

En semejante concepción del orden universal no hay el menor lugar para el milagro.





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11.07.2020

Relojes en la literatura (71)




Título: La perla rusa

Autor: Phavy Prieto

Fragmento:


- ¡Que mierda! - Grité al comprobar que no funcionaba.

Era un móvil de esos modernos que no se le puede sacar la batería, ¡un fastidio! Probé a mantener el botón de encendido pulsado, pero nada… Lo puse a cargar y tampoco iba. ¡Había muerto! ¡Me había quedado sin teléfono!

- ¡Genial! ¡Una buena forma de comenzar el lunes! - Grité mientras me levantaba de mal humor porque ahora ni siquiera sabría qué hora era. Sí, era una de esas tantas miles de personas que no usaban reloj porque, ¿para qué? Si ya tenía el teléfono que me la decía a cada momento.

Me duché a la velocidad de la luz y me puse un vestido fresco, pero de color sobrio, algo ajustado y ceñido al pecho con tacones bajos. Me maquillé un poco y me atusé el pelo para darle volumen. Salí de casa cogiendo el bolso e inexplicablemente cogí también el móvil, tal vez algún alma caritativa de la oficina - dícese Jaime el informático - , pudiera salvar la vida de mi agonizante teléfono





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11.01.2020

Relojes en la literatura (69)




Título: La sombra del viento

Autor: Carlos Ruiz Zafón

Fragmento:


De regreso a casa, crucé frente a la relojería del barrio. Don Federico me saludó desde el mostrador, haciéndome señas para que entrase en su establecimiento. El relojero era un personaje afable y sonriente que nunca se olvidaba de felicitar una fiesta y al que siempre se podía acudir para solventar cualquier apuro, con la tranquilidad de que él encontraría la solución. No pude evitar sentir un escalofrío al saberle en la lista negra del inspector Fumero, y me pregunté si debía avisarle, aunque no imaginaba cómo sin inmiscuirme en materias que no eran de mi incumbencia. Más confundido que nunca, entré en la relojería y le sonreí.

- ¿Qué tal, Daniel? Menuda cara traes.

- Un mal día - dije -. ¿Qué tal todo, don Federico?

- Sobre ruedas. Los relojes cada vez están peor hechos y me harto a trabajar. Si esto sigue así, voy a tener que coger un ayudante. Tu amigo, el inventor, ¿no estaría interesado? Seguro que tiene buena mano para esto.





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10.28.2020

Relojes en la literatura (68)




Título: Sucedió mañana

Autor: Robert Bloch

Fragmento:


Las dificultades comenzaron con el reloj despertador.

Comenzó a sonar en el estómago de Dick Sheldon.

Al menos, esto fue lo que Sheldon pensó al principio, luego cambió de posición y se convenció de que la maldita cosa repiqueteaba en algún lugar de su cabeza.

La razón vino a su rescate. Había estado bebiendo la noche anterior, era cierto; pero sin duda alguna no había llegado al punto de tragarse un reloj despertador.

No, el ruido debería provenir del reloj que está en el buró, cerca de la cama.

Sheldon extendió la mano delgada lentamente de debajo de las cobijas y la colocó sobre el buró, palpando, como si sus dedos fueran los tentáculos vacilantes de un pulpo ciego, hasta que resbalaron sobre la superficie metálica del despertador, asieron la perilla sobresaliente de la alarma y lo apagaron.

"Por fin", pensó al hacerlo; pero el timbre siguió repiqueteando.

Desesperado, Sheldon abrió los ojos y se sentó. Luego, furioso y sin pensarlo, extendió el brazo y cogió el maldito aparato, arrancó literalmente la perilla al pasarla al lado marcado como "apagado".

La alarma siguió sonando.

Con la furia que le producía la jaqueca, Dick Sheldon lanzó la manta hacia un lado, asiendo el reloj con la mano derecha y se puso en pie. Luego lo lanzó contra el suelo al tiempo que murmuraba palabras apropiadas al momento.

El despertador se deshizo en medio de ruidos metálicos. Sheldon se quedó mirándolo con disgusto reflejado en el rostro.

- ¡Éste es mi día! - murmuró sarcásticamente.





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10.25.2020

Relojes en la literatura (67)




Título: Las sirenas de Titán

Autor: Kurt Vonnegut Jr.

Fragmento:


Tendió el reloj hacia la luz del sol, a fin de que bebiera el elemento que era para los relojes solares lo que el dinero para los hombres de la Tierra.





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10.21.2020

Relojes en la literatura (66)




Título: Lentejuelas

Autor: Gary Jennings

Fragmento:


- Tienes que buscar una buena esposa, y una buena esposa debe poseer ciertas cualidades. Una buena esposa debe ser como el reloj del ayuntamiento. Puntual y regular.

- iNo, señor, eso sería una mala esposa! ¡Cuando hablase la oiría toda la ciudad!





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10.18.2020

Relojes en la literatura (65)




Título: Persiguiendo a Bukowski

Autor: Robert E. Howard

Fragmento:


- ¿Qué has hecho en la 431? - Me soltó casi ahogándose por el sofoco.

Me quedé patedefuá. Pensé que el gordo había perdido por fin la chaveta.

- Lo mismo que en las otras habitaciones - respondí, alzando las cejas -. Hacer las camas, quitar el polvo, pasar la aspiradora...

- Esto es muy grave, Maldon. Alguien ha robado un reloj en la 431.

- ¿Un reloj?

- Sí.

Me encogí de hombros.

- Yo sólo he hecho mi trabajo. Ni siquiera he visto ese reloj del que me hablas, Robert. No es asunto mío.

El gordo se rebotó.

- En eso te equivocas. A partir de este momento, ese reloj es asunto de todos los que trabajan en este hotel, y si consideras que a ti no te incumbe, ¿sabes lo que eso significa?

- ¿Es una pregunta retórica?

La jeta de Robert adquirió el color de un tomate maduro a punto de reventar.

- No estás en condiciones de hacerte el gracioso, Maldon. Ha ocurrido en una de tus habitaciones. Deberías estar preocupado.

Bocazas. Me quedé sin saber lo que significaba.

- Bueno, yo no he sido. Sólo puedo decir eso.

- Está bien. Tendrás que pasar un control a la salida.

- Vale.

- Y tendré que registrar tu taquilla.

- Adelante.

En mi taquilla sólo había perchas y restos de otros naufragios de tíos que habían pasado antes que yo por allí. Lápices, un paquete de chicles, algunos folletos y cosas así. Yo no me había molestado en limpiarla.

El gordo se dio la vuelta decepcionado.

- Muéstrame tu cartera, por favor. - Dijo a continuación.

- ¿Mi cartera?

Con gesto de resignación y un bufido de incredulidad la saqué de mi bolsillo y abrí cada uno de sus departamentos. Había poca cosa que ver allí.

- Oiga - le dije -. ¿Cómo puede estar seguro de que el cliente no está mintiendo?

Entonces Robert me miró como si, de pronto, yo me hubiera puesto a hacer el pino.

- El cliente siempre tiene razón.

Ni que decir tiene que el dichoso reloj no apareció jamás. Corrieron rumores de que el peluco era un Cartier con incrustaciones de brillantes. Otros se apuntaban a la teoría de un Rolex putamadre con antena parabólica. Total, que al final lo único de lo que todos estábamos seguros era de que no se trataba del Big Ben. El seguro del hotel se hizo cargo de la historia y aquí paz y después gloria.





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10.13.2020

Relojes en la literatura (63)




Título: El coleccionista de relojes extraordinarios

Autor: Laura Gallego

Fragmento:


El joven sabía que había llegado a tiempo, pero no por ello bajó la guardia. Podía sentir perfectamente la impaciencia de lord Clayton. Sabía lo que sucedería sí se interponía entre aquel hombre y lo único que ansiaba en el mundo, pero no tenía otra opción.

- ¡Tres!

Por fin el objeto había hecho su aparición sobre el mantel de terciopelo que cubría la mesa. Lord Clayton había tenido que contenerse para no saltar sobre él.

Era un reloj.

El legendario reloj de Madame Deveraux, una cortesana que había vivido en el París del siglo XVII y que había recibido aquel lujoso regalo de manos del mismísimo rey de Francia. Aquel objeto era una joya: se trataba de un reloj de mesa caprichosamente labrado en oro y adornado con figuras de querubines que sostenían el sol, la luna y los planetas, y giraban con lentitud, ejecutando una pausada danza, en torno a la esfera, de manecillas de oro y cuajada de refulgentes piedras preciosas.

- ¡Cuatro!

El reloj Deveraux no tenía precio, pero lo habían sacado a subasta aquel día. Desde su puesto al final de la sala, Jeremiah casi podía visualizar a lord Clayton frunciendo el ceño y clavando las uñas en los brazos de su asiento. Para todas las personas reunidas en aquella sala, el reloj Deveraux era una joya de incalculable valor. Para dos de ellas, en cambio, contenía un secreto que jamás había sido desvelado. Uno de los dos deseaba descubrirlo; el otro, ocultarlo.

- ¡Cinco!

Los más poderosos pujaron por el reloj. Lord Clayton permaneció callado, en tensión, mientras las cifras ofrecidas por aquel extraordinario objeto se disparaban una y otra vez. Finalmente, cuando parecía que el reloj Deveraux iba a caer en manos de un nuevo rico que no lo encontraba bello, pero que deseaba demostrar que estaba a la altura de los nobles más encopetados, la voz de lord Clayton se alzó entre la multitud, fría y desafiante, ofreciendo por el reloj mucho más de lo que nadie estaba dispuesto a pagar.

Hubo murmullos en el salón. Todos conocían la inmensa fortuna de lord Clayton; sabían que podía comprar cualquier cosa que deseara. Tras un breve forcejeo verbal, el acaudalado burgués bajó la cabeza y reconoció su derrota: se veía incapaz de mejorar la oferta del noble.




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10.10.2020

Relojes en la literatura (62)




Título: Palabras son amores

Autor: Jose María Cabodevilla

Fragmento:


Las palabras son lo único que no se lleva el viento. Las palabras quedan, más duraderas que el bronce. Mueren los imperios, los monumentos se derrumban, perecen los hombres y bajan al pozo del olvido. Pero antes de expirar, el moribundo pronunció una frase entrecortada, la última que a duras penas pudo articular. Sus hijos la recordarán mientras vivan, lo mismo que su madre había recordado siempre aquella primera palabra que él balbuceó un día, ochenta años atrás. Entre un extremo y otro, la vida humana está hecha de palabras. Habló, luego existió. Dejó una viña, un reloj, algunas fotografías: la viña fue vendida muy pronto, el reloj se extravió en cualquier mudanza, las fotografías deben de estar metidas en alguna carpeta que nadie sabría ya encontrar. Pero nos queda de él una frase.

- Polvo y palabras seré.






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10.09.2020

Relojes en la literatura (61)




Título: Farenheit 451

Autor: Ray Bradbury

Fragmento:


Montag meneó la cabeza. Miró una pared desnuda. El rostro de la muchacha estaba allí, verdaderamente hermoso por lo que podía recordar; o mejor dicho, sorprendente. Tenía un rostro muy delgado, como la esfera de un pequeño reloj entrevisto en una habitación oscura a medianoche, cuando uno se despierta para ver la hora y descubre el reloj que le dice la hora, el minuto y el segundo, con un silencio blanco y un resplandor, lleno de seguridad y sabiendo lo que debe decir de la noche que discurre velozmente hacia ulteriores tinieblas, pero que también se mueve hacia un nuevo sol.




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5.29.2020

Relojes en la literatura (23)



Título: Al principio fue la línea de comandos.

Autor: Neal Stephenson.

Fragmento:

Si el vídeo se hubiera inventado hace cien años, tendría una ruedecita para la sintonización y una palanca para avanzar y rebobinar, y una gran asa de hierro forjado para cargar o expulsar los cassettes. Llevaría un gran reloj analógico delante, y habría que ajustar la hora moviendo las manillas en la esfera. Pero debido a que el vídeo se inventó cuando se inventó - durante una especie de incómodo periodo de transición entre la era de las interfaces mecánicas y los GUIs - tiene sólo unos cuantos botones delante, y para fijar la hora hay que pulsar los botones de modo correcto. Esto le debe de haber parecido bastante razonable a los ingenieros responsables, pero para muchos usuarios es sencillamente imposible. De ahí el famoso 12:00 que parpadea en tantos vídeos. Los informáticos lo llaman el problema del doce parpadeante. Cuando hablan de ello, empero, no suelen estar hablando de vídeos.

Los vídeos modernos habitualmente tienen algún tipo de programación en pantalla, lo cual significa que se puede fijar la hora y controlar las demás propiedades mediante una especie de GUI primitivo. Los GUIs también tienen botones virtuales, claro, pero también tienen otros tipos de controles virtuales, como botones de radio, casillas que tachar, espacios para introducir textos, esferas, y barras. Las interfaces compuestas de estos elementos parecen ser mucho más fáciles para muchas personas que pulsar esos botoncitos en la máquina, y así el propio 12:00 parpadeante está desapareciendo lentamente de los salones de Estados Unidos. El problema del doce parpadeante ha pasado a otras tecnologías.

Así que el GUI ha pasado de ser una interfaz para ordenadores personales a convertirse en una especie de metainterfaz que se emplea en cualquier nueva tecnología de consumo. Raramente es ideal, pero tener una interfaz ideal o incluso buena ya no es la prioridad; lo importante ahora es tener algún tipo de interfaz que los clientes usen realmente, de tal modo que los fabricantes puedan afirmar con toda seriedad que ofrecen nuevas posibilidades.

Queremos GUIs básicamente porque son convenientes y porque son fáciles - o al menos el GUI hace que así parezca-. Por supuesto, nada es realmente fácil y simple, y poner una bonita interfaz no cambia ese hecho. Un coche controlado a través de un GUI sería más fácil de conducir que uno controlado por los pedales y el volante, pero sería increíblemente peligroso. Al usar GUIs todo el tiempo hemos aceptado sin darnos cuenta la premisa de que pocas personas aceptarían si se les planteara directamente: a saber, que las cosas difíciles pueden hacerse fáciles, y las complicadas pueden volverse simples, acoplándoles la interfaz adecuada.

3.13.2020

España en Estado de Alarma por peligro biológico


Era de esperar que España entrase en un nuevo escenario en su lucha contra el virus COVID-19. El Estado de Alarma que acaba de decretar el gobierno de la nación era un paso evidente y necesario para contener la propagación de la enfermedad pero, por él solo, no basta. Es necesaria la colaboración de todos los ciudadanos, de concienciar a nuestros vecinos, amigos y familiares, especialmente los más jóvenes, grandes propagadores del virus.

En este estado de confinamiento de la población se hace necesario mantener una rutina que nos haga sobrellevar los días que nos esperan en donde no podremos salir a la calle ni realizar nuestra vida social rutinaria. Por ello, desde ZonaCasio nos esforzaremos en ofreceros contenido diverso y variado para haceros más ameno ese confinamiento que podríamos llamar "solidario". Entre todos queremos hacer este espacio atractivo para estas largas jornadas en las que muchos vais a permanecer, por necesidad imperiosa, en vuestras casas. Así, os animamos a que nos ayudéis con vuestras fotos para la Galería Semanal, y estamos abiertos en nuestro correo de ZonaCasio@gmail.com por si queréis aportar también posts, reportajes o artículos, que intentaremos publicar. Si quieres pasar ese rato escribiendo sobre tu experiencia con los relojes de Casio, o cualquier asunto similar, estaremos encantados de recibir tus textos. Así, entre todos, haremos más agradable y llevadero este confinamiento que es, insistimos, por la seguridad y la salud de todos.

| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com

5.29.2019

20 curiosidades que no sabías - seguramente - sobre G-Shock y algunos de sus modelos


He estado "ojeando" algunos textos y me he dado cuenta que aún hay bastantes cosas que ignoramos sobre G-Shock o, más bien, que no suelen trascender ni mencionarse cuando hablamos sobre esta marca o todo lo que gira a su alrededor. Ir una por una podría llegar a ser tedioso, así que hemos decidido reunirlas todas en un listado que probablemente os resulte más ameno.

Y es que G-Shock es tan rica en historia y tiene tantas anécdotas detrás, que si uno empieza a profundizar puede que no acabe nunca. Eso forma parte también, por supuesto, de lo atractiva que resulta para todos nosotros esta marca, ¿verdad?.

10.22.2018

¿Enviar un correo por el reloj, y sin Internet? ¡Casio podía hacerlo!


Hace un tiempo confesaba en otro blog la pasión que siento por los infrarrojos. Me parece una tecnología útil, limpia, atractiva y muy versátil. Sin embargo, hoy está totalmente -o casi- en el olvido, en pro de la tecnología vía radio.

En los años noventa, sin embargo, Casio fue uno de los fabricantes que más recurrieron a ella para todo tipo de dispositivos: cambiar canales de televisión (Casio de la familia CMD-10, CMD-30, CMD-40, CMD-50...), leer temperatura en superficie (Casio SPF-10, TSR-100 Thermo Scanner...), intercambiar información entre agendas electrónicas personales, o los PC Unite, que posibilitaban pasar tus datos de agenda desde tu Data Bank, como los BZX-20 o los más bonitos (para mi gusto, eran menos ostentosos) PCX y HBX, como el HBX-100.

9.19.2018

Ahora las etiquetas podrás hacerlas desde tu smartphone: nueva Casio KL-P350W


Llega a Europa la nueva Casio KL-P350W, una etiquetadora compacta en donde su punto fuerte es la versatilidad. Capaz de imprimir etiquetas tanto en horizontal como verticalmente, la KL-P350W de Casio ofrece múltiples posibilidades, incluyendo la de realizar nuestros propios diseños gracias al software que podemos instalar en el PC, o mediante una app en nuestro teléfono móvil. Para el primer caso, la Casio KL-P350W ofrece conectividad USB; para el segundo, podemos utilizar Wireless LAN (IEE 802.11 b/g/n). De momento, y eso seguramente llegará en un futuro, carece de Bluetooth.

Desde que Casio se internara en el mundo de las etiquetadoras portátiles, allá por 1991, han pasado muchas cosas. Hoy Casio es una marca de reconocido prestigio en este sector dentro del segmento profesional, pero también una de las que más variedad de productos ofrece para el usuario doméstico o esporádico, con sus múltiples opciones de etiquetadoras compactas (sobre todo en Japón, donde tienen un catálogo inmenso).

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