Todo hemos visto en esta última semana, con el análisis y reportajes que sobre algunos aspectos del nuevo smartwatch de Casio hemos hecho (aún nos queda alguno por publicar), cómo la mayoría de personas reniegan de esos dispositivos. En algunos casos sus razones son lógicas, en otros ya no tanto. Acusan al GSW-H1000, por ejemplo, de debilidad en su construcción (no es así, o al menos no más que en un G-Shock de los normales y corrientes que sí usamos sin problema), necesidad de actualizaciones (no son obligatorias), o caducidad de su batería (no mayor que en aparatos que usamos en el día a día sin problemas y sin ningún inconveniente ni protesta: reproductores de música, smartphones...).
Lo que sí admito, y algunos de vosotros también habéis destacado y sacado a relucir, es el problema de la necesidad - obligatoriedad más bien - de contar con un teléfono móvil para que el GSW-H1000 eche a andar, al menos la primera vez.