Continuando con nuestra serie de "Un Casio en los años setenta" y "Un Casio en los años noventa", hoy os presentamos un capítulo más: Un Marlin en los años ochenta.
"Lo que más destacaría era el bullicio en las calles, abarrotadas de tiendas y de clientes que iban y venían haciendo sus compras", cuenta Senén, que vivió aquellos años con especial intensidad. "Había de todo. Lo que hoy tienes en Internet, lo tenías en las populosas avenidas de entonces, delante de ti, en los escaparates de los comercios. Ir recorriendo uno a uno era como hoy ir pasando página a página del navegador haciendo scroll". Sobre todo, si tenías la fortuna (o desgracia, quién sabe) de vivir cerca de una de aquellas avenidas de los barrios comerciales de las ciudades. "Mientras que en los sesenta y setenta los núcleos comerciales se concentraban en los mercados al aire libre de las villas y pueblos más representativos de cada región, en los ochenta el protagonismo se lo llevaban el pequeño y mediano comercio, con el permiso de los grandes centros comerciales, por supuesto, que vivieron también allí su edad dorada".
Recuerdo la calle comercial de mi barrio..., y casi podría trasladarme a ella como si fuera hoy mismo: supermercado, zapatería, boutique de ropa, discoteca, más ropa, otro supermercado, un par de quioscos, tienda de electrónica, peluquería, otra tienda, de electrodomésticos... Recorrerla hoy es darse un paseo por un paisaje desolador: alquiler, alquiler, supermercado; alquiler, alquiler...
En los ochenta los periódicos aún se imprimían en blanco y negro. Para compensar, se hicieron muy populares los suplementos. "El País Semanal" fue uno de los que cosecharía más éxito.
No faltaban, por supuesto, las salas arcade, o los video-clubs, a donde acudíamos para pasar las tardes de los sábados y en donde los gamberros del barrio armaban su mundo a golpe de matones y malas compañías. La policía patrullaba las calles con sus novísimos Citroen BX mientras que, a la par, aparcados aún podían verse un sin fin de Citroen GSA, Renault 5, y el embelesador Opel Kadett. En nuestras muñecas, por supuesto, nos acompañaba un reloj que estaba a la altura de una vida que se hacía a pie de acera, sobre el alquitrán del asfalto: un Marlin. Desde las cajas de resina de sus míticos W-24, W-100, W-200 o W-22, pasando por las de metal de sus W-36 o W-750, las Marlin Series eran, sin dudar, los relojes para unos años en los que todo ocurría muy deprisa, la transición tecnológica se volvía vertiginosa, y se hacía necesario un producto fiable.
Las noticias en los ochenta no iban con nosotros en el móvil: estaban en el quiosco de la esquina, impresas en el periódico del día. La infinidad de cabeceras existentes en la época - la mayoría hoy desaparecidas - como esta del Diario Ya en el año 1986, daban buena cuenta de ello.
La vida, como decíamos, se hacía en las calles, entre la turbulencia del azote de la droga, que se convirtió en la lacra de la década, y el crecimiento imparable de los barrios obreros. También en ese sentido estaban a la orden del día las huelgas y manifestaciones, fue una época turbulenta, con reconversiones de todo tipo que afectaron a buena parte del país. Uno salía del colegio y, a veces, iba derechito a engrosar las filas de una manifestación. Y allí los anti-disturbios no se andaban con chiquitas: no tenían impedimentos para hacer estallar sus gases lacrimógenos y soltar sus bolas de goma.
Las revistas de informática, videojuegos y telecomunicaciones que comenzaron a surgir por aquellos años eran un palpable anticipo de que algo muy intenso iba a trastocarlo todo ante nuestras narices: el mundo de la informática llegaría imparable.
En tu puño en alto también te acompañaba tu Marlin, latiendo contigo en los dígitos de su display. Hasta que el eco de las voces de las protestas se fue acallando, las fábricas cerrando, y los Marlin desapareciendo de los escaparates. Pero esa era ya otra historia: la historia de los años noventa.
Generación de los setenta, de los ochenta, de los noventa y del dos mil: cuatro generaciones de los old-school de Casio en un solo vistazo. Nada menos que 40 años de historia e hitos en la relojería digital.
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
No te olvides también de los once muertos, de media, al mes de la ETA.
ResponderEliminarQué tiempos en los que si alguien quería comprar algo iba a un tienda... Y le daba el dinero a un padre de familia y así nos dábamos de comer unos a otros y no ahora que por ahorrarse tres cochinos duros (y a veces ni siquiera) están haciendo cada vez más ricos al dueño de Amazon, como si le hiciera falta más dinero.
Totalmente de acuerdo.Una época única e irrepetible, que desgraciadamente ya forma parte del pasado. Una década, la de los 80, mágica en muchos aspectos.
ResponderEliminarLos que quisiéramos seguir apoyando esa pequeña tienda de barriio, sencillamente resulta ya imposible.
Si compras en Amazon o AliExpress te cargas la tienda de barrio, se dice. Mucho más que las compras vía Internet, si alguien ha hecho daño a las tiendas de barrio han sido los propietarios de los locales y sus alquileres abusivos. Y es que un precio de alquiler abusivo forzosamente es repercutido por los tenderos en los precios de venta.
ResponderEliminarEn donde yo vivo, el grupo Inditex cerró hace unos años las tienda que tenía en el centro de la ciudad e informó a su clientela que a partir de ese momento sería atendida en las tiendas del grupo de un gran centro comercial situado en las afueras de la ciudad. Tiendas que ya llevaban unos 10 años funcionando en dicho centro comercial.
Si a un coloso como Inditex no le salen las cuentas a causa de los alquileres, mucho menos le salen a un modestísimo tendero. Eso sí, hay una gran diferencia: Inditex tiene alternativas y ese modesto tendero, no.
Por cierto, esto no ocurre sólo en España. En el Reino Unido los dueños del fabricante calzado Clarks han tenido que vender parte del negocio a un fondo de inversión chino que aportará dinero. Una de las causas de las pérdidas de Clarks es, ta-ta-chán, el alto precio de los alquileres [1].
[1] https://elpais.com/economia/2020-11-26/clarks-el-declive-del-creador-de-los-pisamierdas.html
Brutal como lucen los Casio con esa entrada de los Banshees. Pues sí, seguramente había más vida en las calles, pero como todo hay que ver las luces y las sombras, y siendo honestos, no cambiaría la España de hoy por aquella en muchos aspectos, tal vez no existan ya tiendas de discos ni recreativos, pero sigue habiendo conciertos (o al menos los había antes de la pandemia xD) y sobre todo un punto crucial, el acceso a la cultura es hoy infinitamente mayor en todos los aspectos; los Pegamoides sin ir más lejos eran vistos entonces como unos extraterrestres (a Alaska y a Curra las llamaban zorras y brujas por la calle) y la Movida, que acabó siendo reconocida, fue un movimiento cultural muy minoritario (se ha dicho que sus integrantes no pasaban de cien personas), quiero decir, que si se celebraba la libertad en aquellos años, era "el que podía" o el que tenía acceso económica y culturalmente, la mayoría sin embargo crecimos en familias católicas muy conservadoras, y toda esa estética ochentera hoy tan de moda -más allá de la tele, que vendía una imágen de modernidad-, era vista por la mayoría como cosas propias de "drogadictos, delincuentes y marginados". Respecto al consumo, para estar a la última había que ser deudor de la manufactura extranjera, por entonces no china sino británica, los discos y la ropa -como esas cazadoras que visten en la foto-, las adquirieron en sus viajes a Londres, aquí no encontraban nada, tenían que modificar o confeccionar ellos mismos su propia ropa. Conforme avanzaba la década la cosa fue mejorando, pero se venía de un panorama muy gris y precario. Y hoy día, pues es verdad, Amazon y Aliexpress están haciendo daño al comercio local, pero no es menos cierto que mi habitación jamás estuvo repleta de artículos tan certeros a satisfacer mis gustos; ropa y calzado vegano, ediciones físicas -especiales y extranjeras-, de música y cine que jamás hubiera descubierto fuera de internet, profusión de figuras de resina, una cabina arcade, videoconsolas emuladoras retro, artículos electrónicos de lo más bizarro... Todo obtenido a través de internet, productos la mayoría de ellos imposibles de encontrar hoy día en ninguna tienda de barrio, no podrían dar abasto aunque quisieran ya que la cantidad y variedad de elección disponible es abrumadora en la red y por tanto inasumible para ellos. Sólo sobrevivirán las tiendas que logren fidelizar a públicos muy selectos, nichos culturales que casi funcionen más como clubes que como locales tradicionales, es la única salida y futuro que veo yo tal y como están las cosas.
ResponderEliminarEstupenda narración. Y la foto con los Microhobbys... Aix, nostalgia 100%.
ResponderEliminarA ver si las desempolvo y mando alguna para la galería.
Que tiempos ,y aunque el pasado no siempre fue mejor a mí me embarga la nostalgia de esas horas que no volverán.
ResponderEliminarUn saludo.
Recuerdo como si fuese ayer aquella década, llena de fantasía, tecnología y color.
ResponderEliminarV, el equipo A, Michael Jackson, Carl Lewis, Ghost & Goblins, Casios, La Real Sociedad y Arconada, Barriosésamo, La bola de cristal, el Challenger, las bolsas de pipas facundo, los Gremlins, los cazafantasmas, Larry Bird, las maquinitas Game & Watch, aquel primer amor, los cuarenta pricipales, los yo-yos, las canicas, el Imperio Cobra, Locomía, Sabrina vs Samantha Fox, los chicles Cheiw, las pagatinas del super pop, chernobyl, corrupción en Miami y todo ello mezclado y agitado en un tiempo en el que todo trascurría en cámara lenta.
Fue un sueño?