Hace unos días estuve leyendo las reflexiones que Diloy hace en su blog, y ciertamente no le falta razón. A grandes rasgos, habla sobre el "boom" que ha supuesto la irrupción de los smartwatches en este - hasta ahora - un tanto anquilosado mundo de la relojería "clásica" o convencional, y el cambio que ello está propiciando. Tengamos en cuenta - y no lo olvidemos - que a día de hoy el Apple Watch es el reloj más vendido del mundo (y con diferencia), aunque yo sea también de esos que opinan que "eso" es cualquier otra cosa (un gadget, un móvil en miniatura...) menos un reloj, pero esa es otra cuestión.
El caso es que en Diloy dicen que en lugar de ver este "aire fresco" llegar al mundo de la relojería con temor, debería verse como una oportunidad. O sea, ser optimistas y ver el vaso "medio lleno", dicho claramente. Y una de las razones que exponen, y que modestamente creo que están en lo cierto, es que al menos hay personas que han vuelto a llevar reloj. Gente que antes no usaba reloj, por "aparentar" o por lo que sea - cada uno está en su derecho de llevarlo por lo que le apetezca, faltaría más -, se han vuelto a poner un reloj en su muñeca. Como el Apple Watch es tan, digamos, "especial" (léase "tocapelotas"), mucha de esa gente, o esperemos que un gran número de ellos, seguirán esa costumbre y pasarán a un reloj más convencional, con más autonomía o más sencillo y fiable. Ejemplos los hemos visto no hace mucho en esta misma publicación.