Los relojes digitales, al contrario que los mecánicos y analógicos, tienen muy pocas piezas móviles, así que son por lo general más robustos y se estropean menos. De entre sus componentes, sin lugar a dudas el que más probabilidades tiene de acabar estropeado es el display. Dentro del display, su problema más común es que se queme (ya hemos hablado de ello en Zona Casio), que su LCD sufra vertidos ("sangre", como se llama en el argot) o, también, que algunos de sus segmentos comiencen a "desaparecer". Todas estas averías requieren procedimientos diferentes tanto de reparación, como dependiendo ante qué módulo o tipo de construcción nos enfrentemos.
Antiguamente las placas electrónicas iban soldadas y/o atornilladas. Eso las hacía más robustas, pero también más caras de fabricar. Se requerían más componentes, mano de obra especializada, y más pasos para producir el mismo reloj. A medida que la automatización se fue incorporando a la industria de la electrónica, los pegamentos fueron sustituyendo, en gran medida, a la soldadura y la tornillería. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en los primeros módulos de los G-Shock DW-5000, con elementos atornillados, frente a los de años posteriores, desde los noventa, donde se ha ido incorporando plástico para algunas de las partes que eran metálicas, y pegamento para las partes que iban atornilladas.