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1.09.2021

Relojes en la literatura (84)




Título: El frío de la muerte

Autor: John Connolly

Fragmento:


Casi todo lo que sabía Parker sobre Waterbury, Connecticut, podía resumirse en dos palabras: latón y relojes. La manufactura de latón fue la base de la riqueza de la ciudad en los siglos XIX y XX, pero eso acabó en la década de 1960 cuando Chase Brass se llevó la fábrica a Ohio. La industria relojera creció a la par que la del latón, y en Waterbury se manufacturó el reloj de bolsillo Yankee de un dólar de Robert Ingersoll a finales del XIX, y más tarde el reloj Mickey Mouse. Ahora una empresa asiática era la dueña de la marca Ingersoll, y eso, para algunos, era un ejemplo que sintetizaba los problemas de la América moderna.




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1.03.2021

Relojes en la literatura (83)




Título: Hija de Marte

Autor: Robert A. Heinlein

Fragmento:


- Tío Tom, cuéntame mi cuento.

- ¿A tu edad?

- Por favor - trepé a sus rodillas -, quiero sentarme una vez más en tu regazo para escucharlo. Lo necesito.

- De acuerdo - dijo, y me rodeó con sus brazos -. Una vez, hace muchísimo tiempo, cuando el mundo era joven, y en una ciudad especialmente favorecida, vivía una niña pequeña llamada Poddy. Todo el día estaba ocupadísima, como un relojito. Tic-tic-tic, hacían sus zapatos; tic-tic-tic, hacían sus agujas de hacer punto y, especialmente, tic-tic- tic, hacía su mente que no paraba de discurrir. Sus cabellos tenían el color de los ranúnculos en primavera, cuando el hielo deja los canales; sus ojos eran de ese azul cambiante bajo los rayos del sol que juegan en el agua de los arroyos en primavera. La nariz todavía no había decidido qué dirección seguir y la boca era como un signo de interrogación. Saludaba al mundo como un regalo por descubrir y no había maldad en ella. Un día, Poddy...

Le interrumpí.

- Pero yo ya no soy pequeña. ¡Y ya no creo que el mundo fuera joven alguna vez!

- Aquí tienes mi pañuelo - dijo -. Suénate. Jamás te conté el final del cuento, siempre te quedabas dormida. Termina con un milagro.

- ¿Un milagro auténtico?

- Sí. Ése es el final. Poddy creció y tuvo otra Poddy. Y entonces el mundo fue joven de nuevo.

- ¿Y eso es todo?

- Eso es todo. Mejor dicho, ya es bastante.





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12.30.2020

Relojes en la literatura (82)




Título: Por sendas estrelladas

Autor: Fredric Brown

Fragmento:


Creo que nos encontramos a medio camino de tales conceptos. Esta charla sobre la edad del Universo, como cifra específica, dos mil millones de años, cuatro mil millones de años..., es algo que vuelve loco a cualquiera. ¿Puedes imaginarte a algo o a cualquiera que de repente le dé cuerda a un reloj y comience a marchar y que no existiese ningún tiempo anterior a determinado momento específico?

El tiempo no puede ser detenido, ni ha debido comenzar nunca. Si este Universo particular, tiene una edad definida, no es eterno y entonces se renueva a sí mismo constantemente por algún proceso que nos es totalmente desconocido, por tanto debe existir otro universo anterior a éste. En la eternidad, existiría una infinita progresión de universos, un número infinito de ellos que han pasado y extinguido y otro número infinito que aún no han aparecido.





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12.26.2020

Relojes en la literatura (81)




Título: Vida de Guzmán de Alfarache

Autor: Mateo Alemán

Fragmento:


Es el pobre moneda que no corre, conseja de horno, escoria del pueblo, barreduras de la plaza y asno del rico. Come más tarde, lo peor y más caro. Su real no vale medio, su sentencia es necedad, su discreción locura, su voto escarnio, su hacienda del común; ultrajado de muchos y aborrecido de todos. Si en conversación se halla, no es oído; si lo encuentran, huyen de él; si aconseja, lo murmuran; si hace milagros, que es hechicero; si virtuoso, que engaña; su pecado venial es blasfemia; su pensamiento castigan por delito, su justicia no se guarda, de sus agravios apelan para la otra vida.

Todos lo atropellan y ninguno lo favorece.

Sus necesidades no hay quien las remedie, sus trabajos quien los consuele ni su soledad quien la acompañe. Nadie le ayuda, todos le impiden; nadie le da, todos le quitan; a nadie debe y a todos pecha.

¡Desventurado y pobre del pobre, que las horas del reloj le venden y compra el sol de agosto! Y de la manera que las carnes mortecinas y desaprovechadas vienen a ser comidas de perros, tal, como inútil, el discreto pobre viene a morir comido de necios.




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12.20.2020

Relojes en la literatura (80)




Título: Razones desde la otra orilla

Autor: José Luis Martín Descalzo

Fragmento:


Efectivamente: esa noche que nosotros aceptamos con toda normalidad, como parte del tiempo, porque sabemos por experiencia que mañana regresará el sol, ¿qué tuvo que ser para quien no la conocía, para quien no podía saber si mañana regresaría el sol? Sin duda para él tuvo que ser doloroso ir descubriendo que Dios había partido el tiempo en dos y que la noche y el día eran para cosas. distintas (trabajar y descansar), pero las dos eran partes integrantes de una misma realidad temporal. Y tal vez hasta llegó a descubrir que el mundo no sería vividero si sólo existiese, siempre a todas horas, la luz cegadora del sol. Entendería que la vida humana se apoya en esos dos bastones y descubriría que hasta tal punto nuestro cuerpo se acostumbra a esa alternancia que, cuando en nuestra época se introduce esa fórmula de adelantar o retrasar los relojes, durante un cierto tiempo el cuerpo tarda en acostumbrarse y hasta se duerme mal por algunos primeros días.

Escribo todo esto pensando que, si en lo cronológico hay un día y una noche, también en el camino de la felicidad humana hay días y noches, horas de gozo abierto y horas de dolor, esperanzas y amarguras, días o meses en los que todo lo vemos claro y otros en los que la oscuridad invade los ojos del alma. ¡Y ambos son parte de la realidad!




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12.17.2020

Relojes en la literatura (79)




Título: Héroes y villanos

Autor: Angela Carter

Fragmento:


Marianne tenía ojos penetrantes, fríos, y mal genio, pero su padre la amaba. El padre era Profesor de Historia; en el comedor familiar, sobre el aparador en que guardaban la heredada vajilla de acero inoxidable, tenía un reloj al que daba cuerda todas las mañanas.

Marianne pensaba que el reloj era la mascota de su padre, como lo fuera el conejito para ella, pero el conejito murió pronto y se lo entregaron al Profesor de Biología para que lo destripara, mientras que el reloj continuó con su inescrutable tic-tac. Marianne concluyó, pues, que el reloj era inmortal, pero esto no la impresionó. Mientras comía, sentada a la mesa, observaba con indiferencia el movimiento de las manecillas, pero nunca sentía que el tiempo pasase, pues estaba congelado alrededor de ella en ese apartado lugar, donde una quietud pastoral se adueñaba de todo y el infatigable reloj tallaba las horas en esculturas de hielo.




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12.12.2020

Relojes en la literatura (78)




Título: Cuarenta grados en Marte

Autor: Bia Namaran

Fragmento:


- ¡Eh! ¿¡Estás loca!? ¡¡No enseñes eso!! - Entonces, se percató del reloj en mi muñeca. Lo cubrió con su otra mano, y me bajó la manga del abrigo -. ¡¡Y mucho menos eso!! ¡Te matarían por conseguirlo, y a mí me matarían contigo por no habértelo robado! Los relojes electrónicos hace tiempo que dejaron de fabricarse, el gobierno prohibió la venta de pilas cuando comenzaron a agotarse las reservas de los compuestos químicos. Ahora se reciclan, pero sólo para unos pocos privilegiados. En el mercado negro tienen precios estratosféricos.

- ¡Pero éste es solar! ¡Y muy antiguo! - Se lo mostré. Con ímpetu, volvió a cubrírmelo, bajándome el brazo y mirándome con rostro asustado directamente a los ojos:

- ¡Por eso mismo! ¡Esa tecnología ya no se usa! Cualquiera te lo cogería, los satélites que han caído por todas partes están llenos de circuitos con esos capacitadores, ¡es lo más valioso hoy!





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12.08.2020

Relojes en la literatura (77)




Título: Jauría

Autor: Kelley Armstrong

Fragmento:


Le Blanc se había sentado al otro lado de mi. Lo ignoré. Dada la opción, prefería hablar con Marsten antes que con el hombre que había matado a Lagan.

- Leí un par de artículos tuyos en la revista - continuó Marsten -. Muy bien escritos. Parece que tienes una carrera exitosa.

- No tanto como otros - dije, mirando su Rolex -. ¿Lo compraste o es robado?

Le brillaron los ojos.

- Adivina.

Lo pensé.

- Lo compraste. Sería más fácil - y más barato - robarlo, pero tú no usarías el reloj de otra persona. Aunque no te molestaría comprarlo con el dinero que obtuviste robando las joyas de alguien.

- Como siempre, acertaste.

- Los negocios deben de andar bien.

Marsten volvió a reír.





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12.05.2020

Relojes en la literatura (76)




Título: A Contrarreloj. Paul Davis. Quinta temporada: Cazadores de vampiros

Autor: J. G. Chamorro

Fragmento:


Por encima de la manga izquierda sobresalía un reloj, también de color negro. Deslicé el tejido un par de centímetros, y comprobé que era un Casio GW-M5600, un reloj de la gama G-Shock de Casio, diseñado y construido para ser cómodo, ligero y resistente. Curiosamente era un reloj concebido inicialmente para el público masculino, aunque como sus dimensiones no eran tan enormes como las de otros modelos, no era anómalo encontrarlo en las muñecas femeninas. Claro que ellas solían preferir sus variantes de colores, en azul "navy", amarillo "yellow positive" o en naranja. En cambio aquella chica había optado por la versión estándar, la que era tan negra como su ropa. Precisamente la variante más popular, la más vendida. ¿Acaso debíamos culparla por ello?

- Puedo asegurarles que esta mujer no es una vampira -. Pronuncié ante el asombro de la multitud.




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12.02.2020

Recursos: manual de reparación de relojes de Casio



Hace unos días se puso en contacto con Zona Casio un amante de la relojería, y de la reparación de relojes, y nos adjuntó un interesante manual para reparar relojes de Casio. El manual tiene ya sus años, data de 1997, pero tiene muchas cosas interesantes. Una de ellas, es estar íntegramente en español, lo cual es una rara avis ya de por sí, pues todo este tipo de literatura suele publicarse en inglés (y, por cierto, dice mucho de la importancia que el español tenía - y tiene - para Casio). Y el otro importante aspecto es que, a pesar de su edad, muchos de los procedimientos, terminología, técnica y componentes no ha variado mucho en estos últimos años, sobre todo (y principalmente) en lo que concierne al grueso de los relojes "genéricos" de Casio, esto es, sus Collection, y sus G-Shock de gama media y baja. Que son los más populares, además. Por lo tanto el manual sigue siendo muy útil todavía.

Por todo ello, quien diga que un reloj digital no es reparable, o más concretamente quien diga que un Casio no es reparable, que mire antes este tipo de manuales. En él vemos desde aspectos básicos de despiece, hasta otros más complejos o específicos como el cambio de componentes, la sustitución del cristal, o la simple retirada de pulsadores.

11.28.2020

Relojes en la literatura (75)




Título: Vida de los Santos de Butler. Beato Germán José

Autor: Wifredo Guinea, S.J., Herbert Thurston, S.J, y Donald Attwater

Fragmento:


Con frecuencia era arrebatado en éxtasis. Como los arrobamientos se prolongaban cada vez más, era difícil encontrar quien quisiese ayudarle en la misa. El beato se ganó el amor de sus hermanos por su solicitud. A pesar de sus visiones, tenía mucho sentido práctico y era un excelente mecánico; así pues, iba de convento en convento reparando los relojes.



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11.24.2020

Relojes en la literatura (74)




Título: Esta vida no es la vida

Autor: Monseñor Gaume

Fragmento:


¡Vosotros no admitís la creación! Admitís, pues, efectos sin causa, ríos sin fuentes, casas sin artífice, relojes sin relojero, cuadros sin pintor.




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11.17.2020

Relojes en la literatura (73)




Título: Yo, el ministro. Un viaje perdido

Autor: Nirca Stevenson

Fragmento:


Luego guardé el móvil, y apoyé mis codos sobre el soporte de piedra, mientras los pensamientos se me iban, y la tarde transcurría a ritmo tan lento, que casi podía sentirla arrastrar los pies entre el segundero de mi Casio de sustitución. Lo miré. Sí, necesitaba un reloj más "serio", aquel W-59 parecía una pulsera de plástico de juguete... Tal vez debía comprarme un nuevo G-Shock, como el que había llevado conmigo durante tantos años.

- ¡Hola! ¿Puedo sentarme?

Era pelirroja. Vieja, arrugada como una pasa, con labios torcidos, una línea un tanto titubeante en la raya de sus ojos, y con un vestido estampado oscuro pasadísimo de moda. Pero pelirroja.





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11.11.2020

Relojes en la literatura (72)




Título: Vida y misterio de Jesús de Nazaret

Autor: José Luis Martín Descalzo

Fragmento:


No está en la razón ni en los progresos de la ciencia, como suele creerse. La verdad es que nosotros, modernos, amamos el orden, lo amamos con todo nuestro corazón, lo amamos por encima de todo, lo idolatramos. No queremos que se trastorne el orden ni por un mensaje del Rey de reyes. Y nuestra concepción del orden es lo más mezquino, lo más avaro que hay, lo más coriáceo, más materialista, más estúpido. En todos los dominios, aún en el del espíritu, lo que veneramos es el orden policíaco, el orden totalitario, el orden de un mecanismo preciso y riguroso, como el del reloj tic, tac, tic, tac, tic, tac, por los siglos de los siglos. Este rigor y esta monotonía nos tranquilizan, no hay sorpresa posible. Odiamos por instinto todo lo que venga a interrumpir esa monotonía.

En semejante concepción del orden universal no hay el menor lugar para el milagro.





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11.07.2020

Relojes en la literatura (71)




Título: La perla rusa

Autor: Phavy Prieto

Fragmento:


- ¡Que mierda! - Grité al comprobar que no funcionaba.

Era un móvil de esos modernos que no se le puede sacar la batería, ¡un fastidio! Probé a mantener el botón de encendido pulsado, pero nada… Lo puse a cargar y tampoco iba. ¡Había muerto! ¡Me había quedado sin teléfono!

- ¡Genial! ¡Una buena forma de comenzar el lunes! - Grité mientras me levantaba de mal humor porque ahora ni siquiera sabría qué hora era. Sí, era una de esas tantas miles de personas que no usaban reloj porque, ¿para qué? Si ya tenía el teléfono que me la decía a cada momento.

Me duché a la velocidad de la luz y me puse un vestido fresco, pero de color sobrio, algo ajustado y ceñido al pecho con tacones bajos. Me maquillé un poco y me atusé el pelo para darle volumen. Salí de casa cogiendo el bolso e inexplicablemente cogí también el móvil, tal vez algún alma caritativa de la oficina - dícese Jaime el informático - , pudiera salvar la vida de mi agonizante teléfono





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11.04.2020

Relojes en la literatura (70)




Título: Los casos de la inspectora Castela

Autor: A. Bial Le Métayer

Fragmento:


Volvió a reiniciar la marcha, y condujo hacia los barrios más depravados de la ciudad. A aquellas horas de la tarde, aún de día, las alimañas permanecían escondidas bajo techo, esperando al manto de la oscuridad para aparecer y cometer sus fechorías o sus sucios negocios. Algunos ancianos salían de las pequeñas tiendas de alimentación o supermercados, empujando sus carritos con dificultad, dirigiéndose hacia sus angostas y húmedas viviendas, o a sus casas en edificios situados en sombrías esquinas apiñados unos contra otros, donde nunca daba el sol. Por los estrechos callejones, el coche de la inspectora tenía que circular despacio, para darles tiempo a los transeúntes a apartarse a las esquinas y refugiarse en las minúsculas aceras con baldosas rotas y vetustas.

Un tintineo, seguido de un parpadeo en su pantalla, producido por el teléfono móvil que tenía sobre la banqueta del asiento del acompañante, le notificaba que ya había recibido la información que le había pedido al teniente. Miró hacia allí de reojo. Luego, aparcó cerca de una vieja relojería, con fachada negruzca, a poca distancia de los pubs y los locales de alterne, y apagó el motor en espera de que la noche hiciera salir a los monstruos que, agazapados como bestias en los rincones más putrefactos, se retenían anhelando salir a la oscuridad para dar rienda suelta a todas sus perversiones.

Cogió su móvil y lo guardó en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero. Comprobó su pistola, y la metió dentro de su funda, bajo la axila izquierda. Entonces escuchó un sonoro ruido que le hizo levantar la vista y mirar al frente: el anciano relojero bajaba la persiana metálica de su tienda, cerrando el negocio y dando por concluida su jornada diaria. El sol comenzaba a desaparecer, mientras el relojero, haciendo tintinear un manojo de llaves, arrastraba sus pies para escapar del barrio antes de que las fieras nocturnas lo inundaran todo. La sombra negra de la noche comenzaba a desfilar, y los miedos más profundos y aterradores se preparaban para emerger.

11.01.2020

Relojes en la literatura (69)




Título: La sombra del viento

Autor: Carlos Ruiz Zafón

Fragmento:


De regreso a casa, crucé frente a la relojería del barrio. Don Federico me saludó desde el mostrador, haciéndome señas para que entrase en su establecimiento. El relojero era un personaje afable y sonriente que nunca se olvidaba de felicitar una fiesta y al que siempre se podía acudir para solventar cualquier apuro, con la tranquilidad de que él encontraría la solución. No pude evitar sentir un escalofrío al saberle en la lista negra del inspector Fumero, y me pregunté si debía avisarle, aunque no imaginaba cómo sin inmiscuirme en materias que no eran de mi incumbencia. Más confundido que nunca, entré en la relojería y le sonreí.

- ¿Qué tal, Daniel? Menuda cara traes.

- Un mal día - dije -. ¿Qué tal todo, don Federico?

- Sobre ruedas. Los relojes cada vez están peor hechos y me harto a trabajar. Si esto sigue así, voy a tener que coger un ayudante. Tu amigo, el inventor, ¿no estaría interesado? Seguro que tiene buena mano para esto.





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10.28.2020

Relojes en la literatura (68)




Título: Sucedió mañana

Autor: Robert Bloch

Fragmento:


Las dificultades comenzaron con el reloj despertador.

Comenzó a sonar en el estómago de Dick Sheldon.

Al menos, esto fue lo que Sheldon pensó al principio, luego cambió de posición y se convenció de que la maldita cosa repiqueteaba en algún lugar de su cabeza.

La razón vino a su rescate. Había estado bebiendo la noche anterior, era cierto; pero sin duda alguna no había llegado al punto de tragarse un reloj despertador.

No, el ruido debería provenir del reloj que está en el buró, cerca de la cama.

Sheldon extendió la mano delgada lentamente de debajo de las cobijas y la colocó sobre el buró, palpando, como si sus dedos fueran los tentáculos vacilantes de un pulpo ciego, hasta que resbalaron sobre la superficie metálica del despertador, asieron la perilla sobresaliente de la alarma y lo apagaron.

"Por fin", pensó al hacerlo; pero el timbre siguió repiqueteando.

Desesperado, Sheldon abrió los ojos y se sentó. Luego, furioso y sin pensarlo, extendió el brazo y cogió el maldito aparato, arrancó literalmente la perilla al pasarla al lado marcado como "apagado".

La alarma siguió sonando.

Con la furia que le producía la jaqueca, Dick Sheldon lanzó la manta hacia un lado, asiendo el reloj con la mano derecha y se puso en pie. Luego lo lanzó contra el suelo al tiempo que murmuraba palabras apropiadas al momento.

El despertador se deshizo en medio de ruidos metálicos. Sheldon se quedó mirándolo con disgusto reflejado en el rostro.

- ¡Éste es mi día! - murmuró sarcásticamente.





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10.25.2020

Relojes en la literatura (67)




Título: Las sirenas de Titán

Autor: Kurt Vonnegut Jr.

Fragmento:


Tendió el reloj hacia la luz del sol, a fin de que bebiera el elemento que era para los relojes solares lo que el dinero para los hombres de la Tierra.





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10.21.2020

Relojes en la literatura (66)




Título: Lentejuelas

Autor: Gary Jennings

Fragmento:


- Tienes que buscar una buena esposa, y una buena esposa debe poseer ciertas cualidades. Una buena esposa debe ser como el reloj del ayuntamiento. Puntual y regular.

- iNo, señor, eso sería una mala esposa! ¡Cuando hablase la oiría toda la ciudad!





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