
No, no nos hemos tomado unas vacaciones ni hemos cerrado el chiringuito. Una mañana enciendo el ordenador y no reconoce el disco duro. No era algo que me sorprendiera, sabía de sobra que sus buses de datos iban mal y que dieran fallos continuos. La explicación es bien sencilla: es un ordenador de tercera mano (no ya de segunda). Su dueña había sido una gentil profesora que se desprendió de él porque, tras llevarlo a clases y usarlo aquí y allá hasta su jubilación, se había dañado con tanto trasiego.
Cuando llegó a mis manos estaba destrozado y a duras penas pude recuperarlo, gracias a la instalación de Windows XP (entre otras cosas), porque su RAM -ni su micro- no daba para el sistema operativo de "los nuevos Windows" que alguien le había metido.