Si hoy llevas una de esas bandoleras pequeñas que se parecen a un bolso de mujer, te dirán que llevas una "mariconera". Pero si a principios del siglo pasado te viniese la idea de llevar tu reloj en la muñeca, la gente se pararía por la calle y se reirían de ti de la misma manera que si llevaras una mariconera hoy. La razón es que, por aquellos años, los relojes de pulsera sólo los utilizaban las mujeres, pequeños relojes con forma de eso, de pulsera. Los hombres utilizaban el reloj de bolsillo. Y es que ellas, al contrario que ellos, al vestir múltiples modelos de faldas, vestidos y demás vestuario femenino, no era muy factible ponerles a todos ellos el "bolsillo relojero" que sí llevaban, por contra, los hombres en todos y cada uno de sus chalecos.
La vestimenta del varón, por lo general -y salvo ligeras variaciones-, era muy similar. Chaqués, fracs, abrigos o chaquetas, todo ello permitía acompañarse del inseparable chaleco con el bolsillo relojero y, si se trataba de un trabajo que requiriese algo más liviano, sea lo que fuera siempre llevaban pantalón, y en el pantalón -aún existe en los tejanos y en muchos modelos de hoy- tenemos también "el bolsillo relojero". Que sirve para eso precisamente, para meter el reloj de bolsillo, sujeto por su cadenita a la cintura, al broche, al ojal, o a donde fuera.