Históricamente, a sus receptores de radio Philips siempre les había denominado con el acrónimo "AE" seguido de un número. Famosos y archiconocidos eran sus populares reproductores radiocasette de finales de los ochenta y principios de los noventa, aquellos robustos e incombustibles AE-2000 que, cual G-Shock, veías en todas partes y eran muy socorridos para amenizar reuniones improvisadas de jóvenes los fines de semana. La gran autonomía de sus pilas, unido a su potente altavoz, posibilitaba también que estuvieran en manos de la gente que se movía mucho. Gracias a su asa incorporada, podíamos llevarlo con nosotros a todas partes. Recuerdo precisamente que un mendigo que pedía limosna por las calles tenía uno de ellos, y lo solía dejar a su lado mientras inquiría la generosidad de los viandantes.
Curiosidades de la vida (y de los nombres que a sus productos les dan las marcas), ahora han vuelto a coincidir dos mismas denominaciones que, aunque ambas son de dispositivos electrónicos, tienen unos usos muy diferentes.