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8.01.2021

Noticias semanales del mundo Casio (Nº4, Agosto 2021)



- Chronoexpert entrevista a Javier Gutiérrez Chamorro
El popular divulgador de relojería ha concedido una muy interesante entrevista a la publicación especializada Chronoexpert, en donde nos cuenta su paso por la literatura, las curiosidades del mundo de la relojería, los desafíos de la actualidad, y muchas interesantes reflexiones sobre la relojería, especialmente la mecánica. Es nada menos que hora y media de auténtica pasión relojera que no deberías perderte porque probablemente te encantará, y que puedes disfrutar ya desde su canal en Youtube.

- El Casio A100 "en pixel art"
Precioso el "pixel art" estilo arcade (o game style) que Casio ha diseñado para mostrar su A100. En él, podemos ver el reloj como si se tratase de un antiguo juego de ordenador o/y videoconsola.

5.11.2020

Relojes en la literatura (19)



Título: Días sin ti.

Autor: Elvira Sastre.

Fragmento:

Te echo tanto de menos que en mi reloj aún es ayer.

(...)

Por ese mismo motivo, porque la conocía tanto como la quería, no hice nada el día que me abandonó y derrumbó los aviones, y sacó los dedos de mi pecho, y escupió los besos que teníamos pendientes, y se cortó los brazos para salir de mi cuerpo, y clavó las agujas del reloj en mi espalda, y mató a nuestro futuro hijo, que se deshizo en las raíces de un árbol ya marchito.

5.24.2020

Relojes en la literatura (22)



Título: Nuevamente Sturgeon.

Autor: Theodore Sturgeon.

Fragmento:


Observa el reloj que está sobre la puerta. ¿Observarlo? ¡Puedo oírlo! Bueno, pues escúchalo entonces, y mantén tu cabeza en el aquí y ahora, no empieces a fraccionar las cosas. Ese reloj debe estar enfermo, y atrasar como tres horas. Escucha cómo se lamenta.

6.07.2020

Relojes en la literatura (26)



Título: Al acecho del Reino.

Autor: Pedro Casaldáliga.

Fragmento:


- Mi tiempo era el Día y la Noche,
el Sol y la Luna,
las Lluvias y los Vientos generales,
mi Tiempo era el Tiempo, sin horas

- Y nosotros te amarramos
al tiempo del reloj,
a nuestro loco tiempo
de prisas e intereses,
al tiempo-competencia.

7.02.2020

Relojes en la literatura (33)



Título: La guadaña.

Autor: Robert Bloch.

Fragmento:


La Muerte alzó el reloj de arena y le dio la vuelta. La arena empezó a caer lentamente sobre la mitad inferior, grano a grano.

- Un año - murmuró la Muerte.

Y desapareció.

5.09.2020

Relojes en la literatura (18)



Título: La ciudad.

Autor: Mario Levrero.

Fragmento:

Él movió la cabeza; no por obstinación, sino porque, según dijo, si se decidía a reparar la bicicleta era para sacarla de adelante, porque le estorbaba; y que ésta era la única oportunidad de venderla que tendría en mucho tiempo. Agregó que me haría un precio especial, por supuesto muy por debajo de lo que valía una nueva, y aun bastante por debajo del precio de una usada.

Le contesté que si dispusiera de mucho dinero, no tendría inconveniente en comprársela; pero que tenía el dinero muy justo y no quería quedarme sin nada. Entonces pedí disculpas por la molestia causada y me dispuse a retirarme; el viejo me llamó.

-Señor -dijo, sin elevar mucho la voz, y cuando estuve de vuelta junto al mostrador prosiguió, con tono de aparente inocencia-. Observé que su reloj, además de indicar la hora, tiene una agujita roja que señala la fecha. Yo siempre quise tener un reloj de ésos -bajó la vista con cierta turbación, como lo hubiera hecho un niño, al pedir algo fuera del alcance de sus padres-. Bueno, si usted quiere, podemos hacer un cambio.

En un primer momento la idea me chocó. Yo apreciaba mucho ese reloj. Hacía años que lo llevaba en la muñeca y, exceptuando el detalle mencionado de una costumbre suya, periódica, de adelantar hasta diez minutos, era realmente un reloj muy fiel. Y el hecho de canjear un reloj por una bicicleta me resultaba extraño. Pero, por otra parte, yo, en ese momento y en ese lugar, necesitaba mucho más una bicicleta que un reloj; y, además, por más cariño que le profesara, debía reconocer que era un reloj de poco precio -aunque no de los más ordinarios.

De todos modos su precio debía de ser mucho más bajo que el de una bicicleta. Me decidí de golpe.

-Está bien; pero me gustaría verla antes de cerrar trato.

-Venga dentro de una hora -me dijo-. Quedará totalmente satisfecho.

Me pareció que los ojos le brillaban de alegría. Insistí en algunos detalles -me interesaban fundamentalmente los frenos, las cubiertas y las cámaras- pero el viejo repitió que no debía preocuparme, y ya desapareció por la puerta, sin duda en dirección al taller, para poner de inmediato manos a la obra. Me fue imposible llenar la hora de alguna manera útil; la ansiedad, y la existencia de un plazo, me ponían los nervios de punta.

(...)

Tomó el reloj con manos temblorosas; enseguida lo colocó en su muñeca y quedó un buen rato observándolo. En ese momento me entró un arrepentimiento tardío, y empecé a extrañar la suave presión en la muñeca. Además, sentí una estúpida e imperiosa necesidad de saber la hora, pero no quise preguntarle.

Sorpresivamente sacó de uno de los bolsillos de su traje de mecánico un papel enrollado, que me entregó. Era, según dijo, un documento que había preparado, acreditando mi propiedad del vehículo. Sonreí, y le pregunté si quería un papel similar por el reloj, pero movió la cabeza en forma negativa.

-Un reloj es un reloj -explicó- y una bicicleta es una bicicleta.

4.26.2020

Relojes en la literatura (15)



Título: La ciudad, poco después.

Autor: Pat Murphy.

Fragmento:


Estaba saliendo el sol cuando la señora Migsdale salió de su casa de la calle Kirkham y se dirigió a la Playa del Océano. Llevaba zapatos sólidos de excursionista, calcetines de lana, una falda de tweed, una blusa de hombre y un abrigo que podría protegerla de la más furiosa de las tormentas. La señora Migsdale era partidaria de la ropa duradera.

Su delicado reloj de pulsera parecía fuera de lugar: era un objeto primoroso de oro, con un círculo de diamantes que refulgían alrededor de la esfera minúscula. El reloj lo habían perdido en su huida unos saqueadores, y la señora Migsdale lo había encontrado en la cuneta. Ella misma no quería tocar las baratijas rutilantes que se cubrían de polvo en los escaparates de las otras tiendas, pero recogió del arroyo aquel reloj, y se justificó a sí misma diciéndose que no lo había robado, lo había encontrado. El que encuentra algo, es para él.

8.15.2020

Relojes en la literatura (45)



Título: La ciudad.

Autor: Mario Levrero.

Fragmento:


Miré mi reloj y advertí que aún faltaban más de quince minutos; comparé su hora con la de uno eléctrico, que había sobre una pared, cerca del techo, y vi que había una diferencia bastante importante, de casi diez minutos. Di por buena la hora de ese reloj y adelanté el mío; me llamó la atención que el mío estuviera atrasado, porque su tendencia general es la de adelantar; pero debía guiarme por el reloj de la oficina, aunque la hora no fuera buena, porque en cierto modo era, por así decirlo, la hora oficial.

6.24.2020

Relojes en la literatura (31)



Título: El cura de Ars.

Autor: Francis Trochu.

Fragmento:


Al llegar a Trevoux, todavía muy de madrugada, el Cura de Ars, por caridad, no quiso despertar al guardián del puente, que dormía. En Neuville, donde nuestros peatones, ya fatigados, atravesaron el Saona, el Santo, que había partido sin dinero, ofreció a su compañero, tan bien provisto como él, pagarle el desayuno. Para ello, hablaba de empeñar su reloj; el maestro se negó rotundamente a aceptar.

Igual propuesta hizo al pontonero de Neuville, que le respondió: "Ya pagará usted en otra ocasión".

5.03.2020

Relojes en la literatura (17)



Título: Razones para la alegría.

Autor: José Luis Martín Descalzo.

Fragmento:

Conozco personas cuya única ideología es elegir, entre las varias opiniones que circulan, la más puntera y avanzada. Gentes que se morirían ante la sola posibilidad de que alguien les tildara de "anticuados" o, lo que es peor, de "retrógrados". Hay quienes estarían dispuestos a dar su vida por sus ideas o por su fe, pero se pondrían coloradísimos primero y terminarían por fin traicionándola si en lugar de conducirles a la tortura les sometieran al único tormento de ser acusados de "beatos" o de conservadores. Son personas para las que no cuenta el substrato de su pensamiento, sino exclusivamente el último libro, periódico o revista que han leído. Son los tragadores de tiempo, los que creen que la verdad se rige por los relojes y opinan que forzosamente lo de hoy tiene que ser más verdadero que lo de ayer.

No parecen darse cuenta de que "el verdadero modernismo -como decía Tagore- no es la esclavitud del gusto, sino la libertad del espíritu". Tampoco se dan cuenta de que adorar a lo que hoy está de moda es dar culto a lo que mañana será anticuadísimo, porque no hay nada tan fugitivo como el fuego de artificio de la novedad.

Un hombre verdaderamente libre es aquel, me parece, que piensa y dice lo que cree pensar y decir, y jamás se pregunta si con ello está o no al último viento. Y será doblemente libre si no se encadena a grupos, a bloques de pensamiento.

9.11.2020

Relojes en la literatura (52)



Título: La boda de Rachel Chu

Autor: Kevin Kwan

Fragmento:


- Rachel está despampanante. Las tías dan el pego con cualquier cosa, pero los tíos tenemos que esmerarnos más, ¿verdad? La única manera de salir del paso vistiendo tan informal es lucir una muñequera de multimillonario.

- ¿Y eso qué es?

Richie señaló hacia la muñeca de Nick.

- Tu reloj. Veo que llevas un nuevo Patek.

- ¿Nuevo? En realidad, este reloj era de mi abuelo.

- Es bonito, pero ya sabes que en los últimos tiempos los Patek por lo general se consideran relojes mediocres. No está a la altura de una muñequera de multimillonario como la mía. Mira, fíjate en este, mi último Richard Plumper Tourbillon -dijo Richie, lanzando su muñeca a escasos milímetros de la nariz de Nick-. Como soy VIC (cliente muy importante) de Richard Plumper, me permitieron comprarlo directamente en el muestrario de la Feria del Reloj Baselworld en Basilea. Y ni siquiera saldrá a la venta hasta octubre.

- Tiene una pinta impresionante.

- Este Plumper dispone de setenta y siete funciones, y está fabricado con un compuesto de titanio y silicona centrifugado a tal velocidad que se fusiona a nivel molecular.

- Guau.

- Podría ponerme una camiseta y unos vaqueros rasgados con los huevos al aire y aun así conseguiría entrar en cualquiera de los clubes o restaurantes más de moda del mundo con solo lucirlo. Todos los porteros y maitres están entrenados para distinguir un Richard Plumper a un kilómetro, y todos saben que cuesta más que un yate. ¡A eso es a lo que me refiero con la muñequera de multimillonario, je, je!

- Oye, ¿cómo se lee la hora exactamente con eso?

- ¿Ves esas dos agujas con estrellas verdes en las puntas?

Nick aguzó la vista.

- Creo que sí…

- Cuando esas estrellas verdes se alinean con esos engranajes del sistema de cables y poleas, así es como identificas la hora y los minutos. Los engranajes de hecho están fabricados con metales experimentales no clasificados destinados para la próxima generación de drones para espionaje.

- No me digas.

- Sí, el reloj entero está fabricado para soportar fuerzas de hasta diez mil g. Es lo mismo que atar a alguien en el exterior de un cohete mientras atraviesa la exosfera de la Tierra.

- Pero, si de verdad te expusieras a semejantes fuerzas, ¿no morirías?

- ¡Je, je! Pues claro. Pero merece la pena tener un Plumper por el mero hecho de saber que tu reloj sobreviviría, ¿no? Toma, te dejo que te lo pruebes.

-Ni pensarlo.

2.13.2022

Relatos matemáticos (2)



Hacía pocas horas que viajábamos sin interrupción, cuando nos ocurrió una aventura digna de ser referida, en la cual mi compañero Beremís puso en práctica, con gran talento, sus habilidades de eximio algebrista.

Encontramos, cerca de una antigua posada medio abandonada, tres hombres que discutían acaloradamente al lado de un lote de camellos. Furiosos se gritaban improperios y deseaban plagas:

- ¡No puede ser!

- ¡Esto es un robo!

- ¡No acepto!

El inteligente Beremís trató de informarse de qué se trataba.


12.02.2020

Recursos: manual de reparación de relojes de Casio



Hace unos días se puso en contacto con Zona Casio un amante de la relojería, y de la reparación de relojes, y nos adjuntó un interesante manual para reparar relojes de Casio. El manual tiene ya sus años, data de 1997, pero tiene muchas cosas interesantes. Una de ellas, es estar íntegramente en español, lo cual es una rara avis ya de por sí, pues todo este tipo de literatura suele publicarse en inglés (y, por cierto, dice mucho de la importancia que el español tenía - y tiene - para Casio). Y el otro importante aspecto es que, a pesar de su edad, muchos de los procedimientos, terminología, técnica y componentes no ha variado mucho en estos últimos años, sobre todo (y principalmente) en lo que concierne al grueso de los relojes "genéricos" de Casio, esto es, sus Collection, y sus G-Shock de gama media y baja. Que son los más populares, además. Por lo tanto el manual sigue siendo muy útil todavía.

Por todo ello, quien diga que un reloj digital no es reparable, o más concretamente quien diga que un Casio no es reparable, que mire antes este tipo de manuales. En él vemos desde aspectos básicos de despiece, hasta otros más complejos o específicos como el cambio de componentes, la sustitución del cristal, o la simple retirada de pulsadores.

10.06.2020

Relojes en la literatura (60)



Título: Suma de teología

Autor: Santo Tomás de Aquino

Fragmento:


A la tercera hay que decir: El movimiento es el acto de un móvil efectuado por algo que mueve, corno se dice en el III Physic. Y, por eso, la virtud de lo que mueve se manifiesta en el movimiento del móvil y, a causa de esto, en toda cosa que es movida por una razón, aparece el orden de la razón que mueve, aunque la cosa misma carezca de razón; asi una flecha se dirige directamente al blanco por moción del arquero, como si ella misma tuviera razón. Y lo mismo se ve en los movimientos de los relojes y en todos los ingenios artificiales humanos. Ahora bien, lo mismo que se relacionan las cosas artificiales con el arte humana, se relacionan todas las cosas naturales con el arte divina.

6.03.2020

Relojes en la literatura (24)



Título: De entre el humo.

Autor: Xabier Gutiérrez.

Fragmento:


-Sí, sé lo que vas a decir. La forma de garra que se les queda a las manos es impresionante. Es típico de los cuerpos calcinados -añadió el forense-. La razón es sencilla. Aguanta más el fuego la musculatura flexora que la extensora.

-Nunca me había tocado un caso con un cuerpo así de quemado -dijo Vicente.

-No te fijes en los dedos, fíjate en la muñeca.

-Parece un reloj. Lo que queda de él.

-Lo intentaremos sacar lo más entero posible para ver si podéis hacer algo con él. Se ve lo que podría ser el armazón de plástico, y el mecanismo de metal ha aguantado, pero no mucho. Ese era el detalle que al principio me hizo pensar que pudiera estar atado. Y no era así.

Vicente lo miró con detenimiento. El olor de la sala era diferente del día anterior. La atmósfera mantenía el aroma a quemado pero los productos químicos le estaban ganando la partida. Ese perfume aséptico se hacía cada vez más patente.

-¿Esto es la mano izquierda? -preguntó el subcomisario.

-No, no. Es la mano derecha.

-Ya, pero el reloj se suele llevar en la izquierda. Los mecanismos están hechos para que se manejen desde la derecha.

-Sí, yo mismo lo llevo en la derecha -dijo señalando su propio reloj. Vicente se quedó pensativo-. Lo voy a quitar con cuidado, pero antes quería que lo vieses. Haremos lo que podamos, aunque te garantizo que saldrá a trozos. Lo pasaré a los de la científica para que lo analicen. Igual sacan algo digno de reseñar.

7.04.2020

Relojes en la literatura (34)



Título: Vivir el Evangelio de cada día.

Autor: Aldo Aluffi.

Fragmento:


Tenéis que reconocer que ciertos "instintos" espirituales, si se me permite expresarme así, ven mucho más en profundidad que cierta ciencia psicológica.

Esto me agradó y me indujo a una confianza mayor en las personas sencillas como aquella señora con la que estaba hablando.

Ella se inquietaba ante mí, porque un sacerdote del lugar, que había ejercido gran influjo sobre la juventud, había dejado el instituto religioso y se había casado.

Intentaba hacerla ver que en el fondo se trataba de un problema muy personal de aquel sacerdote, y que por eso no debía situarlo entre los condenados.

Pero la expresión de aquella aldeana no era de este estilo. Su intuición espiritual la había hecho pensar las cosas de otra manera: pensaba en la juventud que había acudido a aquel sacerdote. Sabía muy bien que si uno se marcha no peligran ni Dios ni la religión; como cuando un reloj anda por su propia cuenta no quiere decir que el tiempo esté también en revolución.

4.15.2020

Relojes en la literatura (11)



Título: La ciudad, poco después.

Autor: Pat Murphy.

Fragmento:



- ¿Por qué te llaman La Máquina? - preguntó un rato después.

- Porque soy una máquina.

- A mí me pareces una persona normal.

- Pues no lo soy.

- ¿Una máquina como un reloj o algo así?

- Más delicada que un reloj. Me construyeron antes de la epidemia. La gente tenía mucho mayor dominio de la maquinaria complicada en aquel tiempo. Pero por eso sobreviví a la epidemia. Porque no soy humano.

8.05.2020

Relojes en la literatura (42)



Título: El cura de Ars.

Autor: Francis Trochu.

Fragmento:


El santo cura de Ars recomendaba a sus feligreses la bendición y la acción de gracias para antes y después de las comidas y el rezo del ángelus tres veces al día, dondequiera que se hallasen, sin respeto humano: cuando las tres campanadas resonaban por el valle y se dejaban oír por las humildes colinas, cesaba el trabajo, los hombres se descubrían, las mujeres juntaban las manos y todos rezaban las oraciones prescritas.

Lo mismo ocurría en los caminos y en las calles del pueblo.

Más aún: el Rdo. Vianney mandó poner en el campanario un reloj con un cuadrante muy visible: cuando daba la hora, todos los habitantes, siguiendo el ejemplo de su cura, la bendecían, es decir, interrumpían sus tareas con el rezo de un Avemaria.


· Imagen: Un Relojista

8.27.2020

Relojes en la literatura (48)



Título: Los viudas negras.

Autor: Isaac Asimov.

Fragmento:


- Tú eres un artista y fijas tu propio horario. ¿Por qué tienes que despertarte de mañana temprano?

- Bueno, trabajo mejor a esa hora. Además, me importa el tiempo. No tengo que vivir pendiente del reloj, pero me gusta saber qué hora es en todo momento. En cuanto al reloj que tengo parece estar adiestrado, ¿saben? Después de lo que pasó, después que asesinaron a Marge, estuve ausente de mi casa durante tres días y resultó que el reloj se detuvo justo a las ocho de la noche del domingo o del lunes a la mañana. No sé. De todos modos, cuando volví, allí estaba, señalándome las ocho como si quisiera insistirme en que ésa era la hora de levantarse.

11.04.2020

Relojes en la literatura (70)




Título: Los casos de la inspectora Castela

Autor: A. Bial Le Métayer

Fragmento:


Volvió a reiniciar la marcha, y condujo hacia los barrios más depravados de la ciudad. A aquellas horas de la tarde, aún de día, las alimañas permanecían escondidas bajo techo, esperando al manto de la oscuridad para aparecer y cometer sus fechorías o sus sucios negocios. Algunos ancianos salían de las pequeñas tiendas de alimentación o supermercados, empujando sus carritos con dificultad, dirigiéndose hacia sus angostas y húmedas viviendas, o a sus casas en edificios situados en sombrías esquinas apiñados unos contra otros, donde nunca daba el sol. Por los estrechos callejones, el coche de la inspectora tenía que circular despacio, para darles tiempo a los transeúntes a apartarse a las esquinas y refugiarse en las minúsculas aceras con baldosas rotas y vetustas.

Un tintineo, seguido de un parpadeo en su pantalla, producido por el teléfono móvil que tenía sobre la banqueta del asiento del acompañante, le notificaba que ya había recibido la información que le había pedido al teniente. Miró hacia allí de reojo. Luego, aparcó cerca de una vieja relojería, con fachada negruzca, a poca distancia de los pubs y los locales de alterne, y apagó el motor en espera de que la noche hiciera salir a los monstruos que, agazapados como bestias en los rincones más putrefactos, se retenían anhelando salir a la oscuridad para dar rienda suelta a todas sus perversiones.

Cogió su móvil y lo guardó en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero. Comprobó su pistola, y la metió dentro de su funda, bajo la axila izquierda. Entonces escuchó un sonoro ruido que le hizo levantar la vista y mirar al frente: el anciano relojero bajaba la persiana metálica de su tienda, cerrando el negocio y dando por concluida su jornada diaria. El sol comenzaba a desaparecer, mientras el relojero, haciendo tintinear un manojo de llaves, arrastraba sus pies para escapar del barrio antes de que las fieras nocturnas lo inundaran todo. La sombra negra de la noche comenzaba a desfilar, y los miedos más profundos y aterradores se preparaban para emerger.

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