Con el país entero (y recalcamos lo del país entero, aunque podríamos decir casi que "Europa entera") totalmente paralizado y retenido en sus casas, es evidente que el impacto de la pandemia por el SARS-CoV-2 va a ser brutal. En todos los sentidos y en todos los aspectos. Probablemente nada volverá a ser como antes, la noche del 14 al 15 de marzo fue un antes y un después, podría decirse que ese fue el último día de una vida diferente, distinta, de la que llevaremos a partir de ahora. Ese día te acostaste de una manera, y despertaste en un mundo diferente. Es así de claro. Una enfermera lo decía esta mañana, que a pesar de haber visto de todo, a veces sale del hospital con la sensación de que está presenciando y viviendo una historia de ciencia ficción. Y si lo dicen ellos, con lo que han visto, imagínate los demás.
Claro que - a Dios gracias - muchos aún seguimos vivos para contarlo, porque en cuestiones de salud (que es lo que importa, ante eso todo lo demás es secundario) muchas víctimas se han quedado en el camino, a día de hoy en España se cuentan por miles, con familias que sufren esa cruenta situación. A veces perdemos esa perspectiva, y no está de más recordarla para que sepamos y nos demos cuenta de la magnitud de la catástrofe a la que nos enfrentamos, y por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo (que es tratar de evitar que la pandemia se lleve a todo el país por delante).