- ¡Yo soy un valiente, a mí no me pilla!, contaba alguien ayer mientras regresaba a casa en torno a las nueve de la noche. Son de esos señores que luego acuden corriendo al médico a los primeros síntomas de resfriado, o por torcerse una uña. Supongo que en España somos así, "unos valientes". Claro, con salud y viendo los toros desde la barrera, nos creemos todos muy hombres. Muy "intocables". Pero las bravuconadas ya sabemos dónde suelen acabar también.
Una hora en la que, por cierto, no se veía a nadie en la calle excepto algo que me llamó mucho la atención: ancianos y ancianitas con sus carritos de la compra. Gente que suele salir bien temprano por la mañana, ayer a punto de cerrar los establecimientos comerciales y tiendas de alimentación aún estaban haciendo acopio de víveres. Algunos han ido dos o tres veces a adquirir alimentos. Así no es extraño que las tiendas, durante el día, presentasen un panorama desolador. La foto con la que abrimos este post es una buena muestra de ello.