Quizá de mi procedencia "reportera" del mundo del automóvil me viene la seductora atracción que me producen los despieces. Cuando te pones a reparar un coche, tener un libro con su despiece suele ser la herramienta fundamental (hoy esto se hace de modo virtual con herramientas específicas de diagnosis, por cierto) para enfrentarte con expectativas de éxito a la tarea. Sin embargo, esta valiosa ayuda del despiece también es muy importante en el mundo de la relojería, sobre todo de la mecánica. Decían en un manual de relojería que leí hace no mucho tiempo, que un relojero tiene que tener con él, entre sus herramientas, un torno, porque en ocasiones tiene que fabricar las piezas para determinado reloj. Imaginaros: ¡fabricar tus propias piezas! Eso es impensable para la mayoría de artículos de consumo de hoy.
Pero complementando ese tipo de soluciones, las casas fabricantes ofrecían toda una serie de catálogos con todo el despiece del reloj, diferenciándolos por sus calibres. Así, cuando el relojero se ponía a reparar un reloj, podía pedir a su distribuidor la pieza que necesitaba.