No soy un defensor de los relojes mecánicos, de hecho soy más propenso a mis favoritos, los de cuarzo, pero sí que me encanta la magia del movimiento mecánico, principalmente entre los modelos de remonte manual (y no los mecánicos con rotor que pueblan los catálogos de la mayoría de fabricantes en la actualidad).
Siempre que pienso en relojes mecánicos me viene a la mente cientos de defectos y fallos, inexactitudes y mil problemas que he vivido muchas veces no en carne propia, pero sí con personas cercanas a mí. Desde familiares que se han ido a comprar el reloj y han tenido que devolverlo a los pocos días porque era un desastre su mecanismo, hasta mi padre, siempre inclinado por los mecánicos y cuyos últimos años se declaró fiel defensor de los de cuarzo.