La memoria es corta, sobre todo para algunos. Al menos es lo que parece, dada la expectación, la alegría, el regocijo y la dicha con la que han recibido al WSD-F10, el nuevo smartwatch de Casio. Ya nadie parece acordarse de ello, pero yo recuerdo un tiempo en donde el teléfono móvil era algo muy peligroso. Donde se aconsejaba no llevarlo al lado del corazón, ni en el bolsillo interior de la chaqueta, sino en un lugar lo más alejado posible de nuestra piel. Hubo estudios -y eran serios- donde incluso afirmaban causar esterilidad, y recomendaban que se alejase lo máximo posible de los bolsillos delanteros del pantalón, tanto en hombres como en mujeres.
Bluetooth utilizaba parte del espectro de una franja de radio que era de uso militar. Se recurría a ella para activar explosivos a distancia así que, en países como Francia se prohibió su uso, y por aquellos años (finales de los noventa) el país galo retrasó la entrada de esa tecnología inalámbrica porque había el peligro de que, sin querer, alguien usando un manos libres pusiera en peligro a ensayos o pruebas militares. Tal es así que fue uno de los últimos países en adoptarla. Lo sé muy bien porque por aquel entonces yo era uno de los responsables del mayor canal de telefonía en el IRC y atendía a diario consultas de todo tipo en él, cientos de ellas. Y a este asunto -el del Bluetooth- le llegó a dedicar un amplio reportaje la revista Móviles, una de las más completas y emergentes que empezaron a surgir en España en esa época.