En los años ochenta y noventa Casio lanzaba un dispositivo, una agenda electrónica en miniatura o un reloj de esos de negocios. Lo comprabas, en ellos incluías la información que querías, y no tenías necesidad de actualizarlo ni de ponerle parches.
Cuando Windows apareció con su versión 95 durante unos años (hasta bien entrada la década del 2000) los programadores solo tenían una preocupación cuando querían hacer una aplicación: qué lenguaje elegir. La plataforma (Windows) era el mayor estándar y no había ningún inconveniente de compatibilidades. Hoy la cosa ha cambiado radicalmente. Si quieres hacer una aplicación móvil tienes que enfrentarte a un montón de problemas de compatibilidades y dispositivos, cada uno con un sistema operativo y necesidades y requisitos diferentes. Peor aún: las versiones de Android son, muchas de ellas, incompatibles entre sí. Si has adquirido uno de los primeros, las aplicaciones de los actuales no te sirven.
Una forma un tanto descarada de obligarte a que compres un dispositivo nuevo.
Con los smartphones tenemos una galaxia de problemas, más aún de requisitos al no haber un SDK o una herramienta de desarrollo común. Sí que hay editores comunes, pero que a la hora de la verdad sirven de muy poco al no haber un estándar. Apple tira para un lado con sus dispositivos, Android (Google) para otro, y Microsoft con toda la galaxia de Nokia y sistemas basados en Windows, para otro radicalmente diferente. Y así no hay forma de poder realizar una aplicación que sea común, que todos puedan disfrutar y que tenga un buen rendimiento y durabilidad temporal.
Cuando apareció la moda del GPRS se llenó el mercado de los llamados "logos de operador", una forma de enriquecer la pantalla del móvil (y los mensajes y la navegación, con la tecnología WAP) con elementos gráficos. ¿Alguien se acuerda hoy de aquellos "navegadores WAP", "servicios WAP compatibles" o "contenido WAP"? Apenas duraron un par de años en el mercado. Y ese es el problema de mezcla de tantas tecnologías: que inviertes mucho tiempo, esfuerzo y a veces dinero, para lograr lanzar una aplicación que tiene un ciclo de vida en el mercado, con todo este batiburrillo de tecnologías, que puede ser ridículamente corto.
Es tal la confusión que a veces a determinados lugares y sitios web depende de qué dispositivo estés usando para poder acceder o no. Llega a extremos de que en un móvil puedas hacer unas cosas, y para otras necesites un smartphone diferente o incluso requieras tener la app de la compañía en cuestión (como ocurre con eBay, sin ir más lejos). Los programadores se vuelven locos codificando ingentes cantidades de código para poder detectar la resolución, versión del sistema operativo, capacidades hardware, navegador, intérprete y un sin fín de nimiedades que hacen que navegar sea engorroso, pesado, caro y encima, cargado de errores, bugs y defectos. No hay -como antaño- una herramienta, o varias, que puedas instalar, usar y luego distribuir una aplicación para todas las plataformas, da lo mismo qué dispositivo sea sobre el que se use o sus requisitos.
En teoría Java iba a paliar todo esto, sobre el papel es una solución genial: tú escribes tu código, y luego la máquina virtual, instalada en el dispositivo de cada uno, se encarga de interpretarlo y adecuarlo a cada necesidad. Pero a Java lo acabaron estropeando entre unos y otros, y todos los que programamos en Java sabemos que eso que nos decían que era capaz de hacer, y su compatibilidad genérica (incluso podría trabajar con una lavadora, escribiendo código para ella, de la misma manera que escribías código con la misma RAD para una tablet) quedó en aguas de borrajas.
Por una parte a Java la estropeó Oracle. Desde que esa empresa adquirió Sun, que eran los que más o menos se preocupaban en llevar a buen puerto todas esas virtudes y ventajas que Java tenía antes, y que vigilaban muy mucho sus compatibilidades, Oracle ha hecho de Java un auténtico despropósito (como suele hacer Oracle con todo lo que toca, por cierto). Ahora Java no ha dejado de ser solo estándar, sino que tiene el hándicap de ser, encima, muy pesada -por la necesidad del código interpretado-, lenta e ineficiente. Y eso lo demuestra el sistema operativo Android, con actualizaciones constantes para que su kernel no se convierta en un vertedero de basura de las aplicaciones.
Ante esto, lógicamente, pocos dispositivos apuestan por Java, y en la mayoría de los casos si quieres que tu aplicación corra en todos los sistemas informáticos (pcs, tablets y smartphones) debes programar una app para cada uno.
Con los smartwatches ocurre lo mismo, y crear aplicaciones para ellos nos obliga a estrictas normas y estrictas herramientas incompatibles entre sí, y a pesadísimos SDKs. El problema es que hay una lucha feroz entre las dos tecnologías del mercado, que pugnan por prevalecer sobre la otra: Apple, y Android, principalmente, aunque por medio está tratando de sacar sus brazos Microsoft. Lo patético es que ninguna de ellas ofrece algo realmente atractivo o que sirva y sea compatible para todo lo que se puede visualizar en la web, usar en Internet y trabajar con ello. Android tiene dispositivos más genéricos y asequibles, pero a nivel de programar aplicaciones es tanto o más tediosa que Apple, y dado que con Apple se gana más dinero, quienes quieren obtener más beneficios programan para Apple. Y con razón.
El smartwatch de Casio, por el contrario, no recurrirá a ninguno de estos dos sistemas operativos porque ninguno es de Casio, y Android -por razones elementales de consumo de recursos- no es una alternativa válida cuando se quiere realizar un buen dispositivo. Está por ver si será compatible con alguno de ellos (seguramente será compatible con los dos), pero si quiere ser un smartwatch "de verdad", y no el desastre de los "smartwatches" que fueron sus relojes con Bluetooth, Casio deberá realizar su reloj para que admita aplicaciones de terceros. No vale ya -no debería valer- el que se den una palmadita y se laven las manos lanzando una app para Android y otra para iPhone con el objeto de controlar su reloj. Si hacen eso el ridículo sería espantoso, porque nacerán por detrás de los relojes de Android y Apple, que sí admiten aplicaciones de terceros.
Veremos qué hacen en Casio. Si ofrecen un reloj al que llaman "inteligente" pero que en realidad debe funcionar a costa de Android e iPhone, será escandaloso para una compañía del calibre de Casio. Ni siquiera el de Sony, su smartwach, hace eso, que tiene sistema y funcionalidades propias. Si Casio vende su smartwatch basándolo en una aplicación para operarlo en Android y Apple no pasará de ser, entonces, un reloj del montón, un dispositivo dependiente y esclavo de otros sistemas operativos que lo gestionan por la necesidad de instalar una aplicación en nuestro smartphone. Es decir: lo más parecido a un terminal tonto. En este caso mejor comprarse el original, y adquirir un reloj de Apple o uno de tantos smartwatches que ya se venden con Android y que se pueden encontrar a precios irrisorios, como los de Samsung.
Ahora bien, si Casio crea un swartwatch "de verdad", auténtico, con sistema operativo propietario y con kit de desarrollo propio y genérico, que pueda trabajar o bien como suite "standalone" o como plugin en RADs de microsoft, o genéricos como NetBeans, entonces será otra historia. Entonces habrá que aplaudirles y reconocer que Casio, por peso en la industria, popularidad y potencial, puede realmente crear un estandar en relojería inteligente. Entonces puede que los programadores, por fortuna, por fin, se sientan aliviados al poder realizar aplicaciones como estándar para todos los productos de Casio y todas sus versiones de reloj sin preocuparse en trivialidades como tamaños de pantalla, requerimientos de hardware o complementos disponibles. Ese sí sería un smartwatch con todas las letras. Sino, Casio solo habría perdido el tiempo diseñando un reloj esclavo de los artilugios de Apple o de Android (ordenadores, tablets, smartphones...), y no servirá para nada. Otro más del montón que se unirá a una larga lista de relojes con los que lidiar y los desarrolladores, de nuevo, vuelta a lo mismo y a pelear con las mismas cosas.
| Redacción: Zona Casio
Creo que no tienen más que inspirarse en lo que ha hecho Peeble, para mi el único Smartwatch verdadero, mejorar su hardware, y mejorar su software como Casio sabe hacer.
ResponderEliminarUn software nativo, eficiente y ligero, que maneja un hardware optimizado para hacer justo lo necesario, nada de chorradas. Gran autonomía, pantalla de tinta electrónica para que se pueda ver sin necesidad de retroiluminación, ...
La verdad que tengo muchas ganas, creo que es de las últimas oportunidades de Casio, para resurgir entre los grandes (ojalá), o para quedar definitivamente anclado en el pasado.
Esperemos que Casio cumpla con su filosofía de "Crear cosas que aún no existen, crearlas desde cero contribuyendo, al mismo tiempo, con la sociedad".
ResponderEliminarMe has leído el pensamiento Guti, exactamente en el Peeble estaba pensando. Algo así -coincido contigo- debería ser lo que tendría que poner en la calle Casio. No se si lo harán y tiemblo solo de pensarlo en qué pasará si no lo hacen porque, como comentas, es una de los últimos cartuchos para no ser devorados definitivamente.
ResponderEliminarOpino igual que Guti. No hace falta que den muchas vueltas ni inventar la rueda, sólo que hagan una versión Casio del Pebble y ya tenemos el reloj de la década.
ResponderEliminar