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Google descubrió la gallina de los huevos de oro cuando decidió invertir en un sistema operativo de interfaz táctil para competir con el iOS y el WatchOS, por aquel tiempo inéditos -y casi únicos- en el mercado.
Nokia lo había intentado antes (mucho antes que Apple) con Maemo, su plataforma de código abierto y cuya potencialidad estaba adelantada a su época. Pero una clara falta de visión de los finlandeses, centrados por aquel entonces en los móviles convencionales, y la dificultad de hacerse con el N770 (el único dispositivo que lo soportaba, de hecho yo fui uno de los que lo encargaron y jamás me llegó, en España se distribuían a cuentagotas) dieron al traste con toda su potencialidad. Si Nokia hubiera sabido interpretar el mercado y, mejor aún, sabido leer a competidores como Apple, ahora la aburrida, lenta y tediosa plataforma Android no habría tenido nada que hacer frente a Maemo basado en Linux (y no tirando de Java para todo, como Android).