Hace poco fui al médico, y mi doctora me recetó unos comprimidos. Se quedó un rato pensando si dármelos genéricos, o de una farmacéutica de renombre. La "marca blanca", el genérico, tenía el mismo principio activo, pero finalmente concluyó diciendo: "te lo voy a dar de marca, que poca, pero hay diferencia". Así que al final me recetó los comprimidos de una firma muy famosa últimamente: Pfizer.
En efecto, había diferencia. Empezando por el envase, la caja de Pfizer tiene una solapa para cogerla y abrirla, y otra para cerrarla cómodamente. La del genérico te queda abierta por cualquier parte. Por otro lado, está fabricada en un cartón de calidad, con un diseño muy cuidado. La de los genéricos te pone el nombre del principio activo y lleva un cartón "de pulpa gorda", o sea, el más basto y barato que venden las papeleras, que se pone muy feo y envejece muy mal.