En más de una ocasión he visto quejarse a no pocos seguidores de Casio (o de otras marcas) por determinados modelos de relojes: que no lleguen a España (o a su país, sea éste cual sea), que determinado distribuidor sólo se centre en una línea, que se hayan dejado de fabricar determinado modelo... Bien es cierto, y eso nadie lo niega, que con nuestro dinero tenemos todo el derecho no sólo a comprarnos lo mejor (¡faltaría más!) que determinado fabricante pueda ofrecernos, sino, además, elegir aquéllo que más nos apetezca, cumplidas las necesidades primarias de "dar la hora" (algo que todos los relojes hacen, sino estaríamos arreglados...). Pero... ¿no nos estamos pasando un poquito?
Seguramente la mayoría de vosotros recordáis los tiempos aquéllos en los que no elegías tu el reloj, de hecho eran tus padres o algún familiar por tu cumpleaños o Comunión. Y tampoco es que lo eligieran por tus gustos, en la mayoría de las ocasiones lo hacían teniendo en cuenta el precio y las posibilidades de adquisición que tenían. Es decir, el más barato (o uno de los más equilibrados entre su presupuesto y lo que buscaban). Y con él íbamos al colegio, a clases, a la universidad o de excursión y con los amigos, y lo llevábamos todo el rato, todo el tiempo, y acabábamos cogiéndole un cariño extraordinario aunque al principio nos pareciera un espanto. ¿Por qué ahora nos hemos vuelto tan "tiquismiquis"?