En el currículum escolar de los niños suizos históricamente ha estado, cómo no, el aprenderse la hora. Es algo lógico y casi diríase obligatorio en un país que tiene a la industria relojera como uno de sus más importantes aportadores en el montante del Producto Interior Bruto (bueno, y la banca, los chocolates...). Pero hoy en día algunas voces se levantan preguntándose si tiene aún sentido enseñar a los niños a leer las manecillas de un reloj analógico, cuando todo a su alrededor se lee en digital y, en la mayoría de ocasiones, la hora la leen también en formato digital.
En el diario 24heures una madre cuenta la catastrófica experiencia que vivió cuando su hijo se puso a mirar la hora en el reloj de agujas de la estación, y se dio cuenta que no sabía con exactitud interpretarla. Esto responde -añaden- a que las últimas generaciones ya no necesitan mirar los relojes de las iglesias o campanarios para saber la hora, basta con echar un vistazo a su smartphone. Han crecido en un mundo digital donde las agujas y los instrumentos de medida en formato analógico han pasado a un segundo plano, no solo en relojería, sino en la mayoría de aspectos de la vida (reglas de cálculo en digital, analizadores de voltajes y aparatos médicos en digital, balanzas en digital...), cuando antes era justo lo contrario, y lo habitual era ver indicadores con flechas analógicas moviéndose sobre un dial por todos lados.
Resulta curioso que sea el país helvético donde este debate cobre tanto protagonismo, puesto que supuestamente ellos, más que nadie, deberían estar fuertemente anclados en sus tradiciones relojeras, debido a la cantidad de manufacturas que fabrican modelos clásicos mecánicos, a manecillas, y en analógico. Quizá solo sea una consecuencia más, una muestra más del debacle de la relojería suiza en general, donde los relojes son cada vez más elitistas, más caros, y destinados a coleccionistas, o lo que es lo mismo: para admirar su belleza e ingeniería, pero no para usar en el día a día.
En todo caso los profesores, de momento, tienen la última palabra: si lo desean, pueden enseñar a sus alumnos la hora en analógico. Si no lo estiman necesario, pueden prescindir de esa materia. Y mucho nos tememos que, como tantas otras cosas, la lectura horaria en analógico acabe relegada a una rareza que nadie se preocupará de aprender. Quizá no sea a corto plazo, pero el empuje de la tecnología es imparable. No olvidemos que otro tanto ocurrió con la telegrafía: antes aprender morse era un importante y meritorio conocimiento entre las habilidades de una persona, hoy sólo unos pocos curiosos y aficionados le dan valor. ¿Ocurrirá lo mismo con el conocimiento de la lectura de la hora analógica?
| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com
Para mi es un símbolo del país y que refleja su historia y su economía. Suiza sin relojes analógicos sería como Alemania sin autobahn.
ResponderEliminarY aunque parezca que con los móviles saber la hora en analógico es inútil, la madre del testimonio nos demuestra que no.
Ya que vamos de progres, entonces dejemos de enseñar a leer. Al fin y al cabo con un smartphone te puede leer en voz alta cualquier texto que reconozca. No hace falta leer, sólo distinguir iconos.
No recuerdo haber aprendido a leer la hora en analógico en una escuela, por ende, no le veo mucho sentido a incluir esto es un programa educativo. Son de las cosas que aprendes empíricamente, por más tradición relojera que exista.
ResponderEliminarNo has ido a preescolar? Ahí te enseñan.
EliminarViva la PROG HEZ
ResponderEliminarCada dia peor, cada dia mas automatas y menos personas.
El Futuro es Oscuro muy oscuro.
Recuerdo como aprendi la hora, fue con un reloj de juguete en el que se cambiaban los numeros y ponias las horas, asi aprendi con mi abuelo y quizas ahi comenzo mi pasion por los relojes.