Tu reloj dice mucho de ti, y de cómo eres como persona

Al ver algunos relojes de los que llevan altos ejecutivos, me acordé de un sacerdote misionero que conozco el cual, hablando sobre su humilde reloj, contaba que lo había comprado hacía veinte años por diez euros. Su reloj, para más señas, es el archifamoso entre el clero, el Casio MQ-24.

Comparado con los relojes que llevan "la gente pudiente" en nuestro país, la diferencia es abismal. Entre los ejecutivos destacan, ante todo, los modelos mecánicos de élite, de marcas de renombre y con precios tan desorbitados que parece que compitan entre ellos para ver quién se gasta más en un reloj o quién lleva el reloj más caro.




Me los imagino en sus rimpompantes reuniones de negocios, presumiendo de reloj y compitiendo entre ellos sobre cuál es el guardatiempo más caro de todos y, por tanto, cuál de los presentes tiene mayor capacidad económica y nóminas más abultadas. "Pues yo llevo un MeisterSinger", diría uno, "yo un IWC", dirá otro. "Yo un Rolex"... Mientras lo enseñan y deciden a quienes van a despedir o quienes serán los próximos desgraciados que envíen al paro.

El reloj, en efecto, dice mucho de la persona que lo lleva. Uno puede llevar un Longines queriendo dar la apariencia de que, como persona de éxito, puede permitírselo, y no ser más que un desgraciado ejecutivo déspota y mangante. Eso no quiere decir que por llevar un F-91 le haga mejor persona, por supuesto, pero no se por qué, no me fiaría de alguien que llevase una de esas elitistas e inexplicablemente infladas de precio marcas de relojes. Siempre tiendo a pensar que son unos desalmados y unos petulantes, como quien sale del brazo de una prostituta de lujo solo para que vean cómo la enseña.



Por un lado, porque si no te lo puedes permitir, seguro que es un reloj falso - suele ser lo habitual -, y si te lo puedes permitir, éticamente es poco humano gastar esa desproporcionada cantidad de dinero en un puñetero reloj. En ambos casos, dice muy poco en favor de la persona que lo lleva, por lo tanto. Dice muy poco sobre su integridad, su honestidad, y su empatía y humildad, y muy mucho sobre su narcisismo, soberbia y vanidad.

Imagino que, en el mundo de los altos ejecutivos existe mucho de lo segundo y, por desgracia, muy poco de lo primero. Quizá a esos niveles no les importe por dónde ni a quién pisar, con tal de salirse con la suya y los que vengan detrás..., que se las compongan.

No quiero un Casio caro, ni uno de esos suizos caros, ni uno de esos modelos únicos "para sólo unos pocos". No muchas gracias. No podría llevar algo así sabiendo que con lo que cuestan pueden comer muchas familias. Quien pueda y tenga un corazón tan negro como para eso, que lo haga, allá él. Y que lo disfrute mientras va por ahí creyéndose ser superior a los demás por llevar un lujoso reloj, meneándolo con orgullo como un mocoso menea un sonajero. No se da cuenta de lo patético, birrioso y ridículo que resulta tal cosa.



Nota: Sé que ninguno de los que leéis este blog sois así. El resto que no entren, cuanto más lejos estén de aquí mejor. Que sigan en sus páginas de inversiones y de acciones en Bolsa. No los querríamos a nuestro lado ni en pintura. Si quieren informarse de relojes, que visiten las páginas de los MR-G "Made in Japan" o la prensa donde te venden cruceros y vinos para engañabobos. Donde te ponen los hoteles en los que puedes encontrar las más bellas señoritas de compañía, y los sastres con los trajes de etiqueta más almidonados.



| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com

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