Hace unos años trabajaba en una empresa de marketing. Aunque no era mi tarea principal, una vez me encargué de una campaña de publicidad en Internet, y entre mis responsabilidades estaba la de crear las directrices de cómo deberían ser y qué deberían llevar los banners. Ideé una frase resultona y pegadiza para la marca en cuestión, y un esquema del diseño que debería acompañarlos y con toda la ilusión del mundo se los presenté a mi jefe. Sólo hizo falta que les echara un vistazo para que los borrara de inmediato de su disco duro. Me quedé estupefacto, "¿pero qué pasa? ¿Hay algo mal?". "No tiene nada malo, pero ese tipo de banners no funcionan". Me dijo que tenía que redactar un texto que pusiera cosas como: "No puede ver este vídeo porque carece del player de Flash, ¡descárgeselo desde aquí!", o: "Su ordenador está en peligro, haga un análisis para solucionarlo, ¡pinche aquí!". Le pregunté con cierto furor por qué iba a poner algo que era falso, y me respondió que lo importante era que la gente hiciera clicks en los banners, y que la mejor forma de hacerlo era engañándolos.
Cuento esto porque hace unas semanas recibí un correo. Cuando un blog comienza a ser conocido o "famosillo" este tipo de propuestas como las que os voy a relatar son bastante habituales. Era de una compañía que representaba a una marca internacional (no me dijeron cual) y me pedían si podía realizar una serie de posts patrocinados para ella. Los posts patrocinados son artículos que intentan tener la apariencia de posts "normales" pero que son solamente publicidad. Normalmente antes te permitían añadir la nota aclaratoria de "post patrocinado" al final del artículo, para que tus lectores supieran que era un post pagado por una marca comercial, pero desde hace ya bastante tiempo no les gusta que se añada esa nota, por lo que no suele hacerse.