Si no fuera por precio (volvemos a lo mismo), a todas luces excesivo y fuera de toda lógica o razón que lo explique (casi 300 €), sin duda que sí lo sería. En primer lugar, porque es un reloj con una caja de composite Carbon Core Guard (CCG), que se ha reforzado con fibra de carbono. En segundo lugar, porque sus adaptadores permiten que se le añada una correa "convencional", algo impensable en un G-Shock de este tipo (y sobre todo sin que desmerezca al conjunto). En tercer lugar, porque es uno de los pocos G-Shock de su estilo y diseño, que puedes llevar sin bisel y, aún así, disfrutar de una bonita apariencia (sus pulsadores rectos colaboran definitivamente a ello). Y en cuarto lugar, porque llegado el caso puedes volver a usar tanto correas como biseles de los G-Shock de su serie (que, en este caso, necesitarás "apañar" ya que no requiere de tornillería de ajuste, todo se sujeta con solapas y con la propia botonera), y volver a tener un G-Shock "convencional".
En definitiva que si ésta fuera la Casio de siempre, habríamos tenido este reloj por menos de cien euros (no deja de montar el módulo de los más baratos de G-Shock) y todos podríamos disfrutar de él, ponerlo, y usarlo.