Con la aparición de los GMW-B5000 Casio ha conseguido lo que para muchos, hasta hace no tanto, era impesable: colocar algunos de sus modelos en el segmento del lujo. Si hasta hace no mucho nos dijeran que alguien iba a gastarse 500 euros en un G-Shock, no nos lo creeríamos, incluso puede que hasta nos llevásemos las manos a la cabeza y le tildásemos de loco. Pero en G-Shock no solo han conseguido algo que parecía tan difícil como eso sino que, a día de hoy, se llegue a considerar incluso que a esos 500 euros son hasta baratos. Claro, si tenemos en cuenta lanzamientos como los Virtual Armour de dos mil euros, o los MR-G de cuatro mil, comparados con ellos estos nuevos GM-B2100 tienen un precio rompedor.
Pero es lógico ese movimiento de G-Shock. Con la relojería popular de capa caída, los clónicos "smart" inundándolo todo, y los bolsillos de las clases bajas cada vez más paupérrimos, el único mercado creciente y con un potencial tremendo es el del segmento premium y el del lujo. Posicionar ahí a G-Shock no es sólo un acto razonable, sino un salvavidas inexcusable para que la marca pueda sobrevivir.