Me he pasado un buen rato con el número de 6 de Horological Times de 1983, la revista oficial de la American Watchmakers Institute (Instituto de Relojeros de América). En su página 20 firma un artículo Robert A. Nelson en el que habla sobre "El futuro de los relojes LCD". Pongámonos en contexto, antes de nada: estamos hablando de principios de los años ochenta, los relojes digitales "cortaban el bacalao" y llevaban a toda la industria de relojería mecánica por la calle de la amargura, tras haber puesto el mercado de los relojes "patas arriba" ya que, con su aparición, por fin un reloj era fiable y, además, robusto. Nada que ver con lo que había hasta entonces.
No solo el tal Nelson escribía un artículo "haciendo de pitoniso", un tal Henry B. Fried, miembro de varias asociaciones relojeras, escribía también en ese número - al lado de una tipografía muy ochentera con el término "quartz"- sobre "El pasado, presente y futuro de la tecnología de cuarzo". Este experto comienza haciendo un repaso sobre la historia de la relojería, y aclara que los diodos de LEDs "ya estaban en escena antes de 1970. La química de los cristales líquidos se conocía desde hace casi 100 años, pero no fue hasta 1967 que George Heilmeier presentó la primera pantalla LCD. En una entrevista conmigo a fines de la primavera de 1970, George Theiss, ingeniero electrónico y presidente de una pequeña empresa, habló sobre un pequeño LED que vio en 1966. Estaba impresionado con las posibilidades de un reloj de pulsera. Al ver ese pequeño panel de visualización de diodos emisores de luz inmediatamente se dio cuenta de que podía poner todo lo necesario junto en un reloj que podría ser lo suficientemente pequeño como para ser usado en la muñeca".