
Ver los últimos relojes de Casio parece en ocasiones como si estuviera visitando una página de relojes de marca china. Curiosamente, mientras las falsificaciones "mejoran" (estéticamente hablando, claro, los módulos son otro cantar) día a día, costándonos cada vez más discernir o poder confirmar cual es una simple falsificación y cual el producto real, los diseñadores de la propia Casio empeoran.
Podría parecer que el juego de ana-digi y analógico les daría mucha más variedad, pero ni por asomo. Si ver un G-Shock o un Baby-G de los años noventa o principios de siglo nos impresionaba bastante (y tan bueno era su diseño, que aún hoy la mayoría no están obsoletos y se pueden seguir vistiendo sin problemas, incluso resultando más atractivos y seductores que muchos de los actuales), ver un reloj de los últimos ya pareciera como si lo hubiéramos visto antes, como si su diseño ya naciese anticuado. Y no solo su diseño, exceptuando sus colores -a los que Casio recurre cada vez más para "salvar los muebles"-, en muchos de ellos te da la sensación que el diseñador de Casio se ha ido a inspirar al diseño de un falsificador. O es que habrán contratado a los que antes se los falsificaban en China (a saber...).