RelojesDeModa.com

Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas

8.10.2020

Relojes en la literatura (43)



Título: Las estrellas son la estigia.

Autor: Theodore Sturgeon.

Fragmento:


- Anson - dijo, y Anson incrementó su atención. Era sorprendente; el doctor no imaginó que pudiera hacerlo -. Anson, escucha. - Se arremangó y le mostró el reloj-. Reloj. Reloj.

Lo mantuvo cerca y luego lo puso junto al oído de Anson.

Anson gorjeó encantado.

- Tictac - imitó.

Luego agachó la cabeza y escuchó con cuidado al doctor repitiendo la palabra.

- Loj. R-loj. Reloj - dijo luego, y aplaudió igual que como lo había hecho la señorita Jarrell.

- Muy bien, señorita Jarrell. Es bastante por ahora. Apáguelo.

Oyó como ella contenía la respiración y pensó que iba a decir algo. La miró a la cara cuando ella no lo hizo.

- Todo va bien, señorita Jarrell. Nos ocuparemos de él.

8.05.2020

Relojes en la literatura (42)



Título: El cura de Ars.

Autor: Francis Trochu.

Fragmento:


El santo cura de Ars recomendaba a sus feligreses la bendición y la acción de gracias para antes y después de las comidas y el rezo del ángelus tres veces al día, dondequiera que se hallasen, sin respeto humano: cuando las tres campanadas resonaban por el valle y se dejaban oír por las humildes colinas, cesaba el trabajo, los hombres se descubrían, las mujeres juntaban las manos y todos rezaban las oraciones prescritas.

Lo mismo ocurría en los caminos y en las calles del pueblo.

Más aún: el Rdo. Vianney mandó poner en el campanario un reloj con un cuadrante muy visible: cuando daba la hora, todos los habitantes, siguiendo el ejemplo de su cura, la bendecían, es decir, interrumpían sus tareas con el rezo de un Avemaria.


· Imagen: Un Relojista

8.01.2020

Relojes en la literatura (41)



Título: La nave estela.

Autor: Brian W. Aldiss.

Fragmento:


Metió la mano bajo el manto y sacó un objeto redondo.

–Con este instrumento –dijo, cambiando de tema–, que he tenido la precaución de quitar a Zilliac, podremos regular científicamente los períodos de guardia de modo tal que nadie duerma menos que sus camaradas. Veréis que tiene aquí un círculo de números y tres agujas o manecillas. Se llama reloj, y sirve para regular el período de guardia. Los Gigantes lo crearon con ese propósito, lo cual indica que también ellos debían cuidarse de los Forasteros y de los dementes.

Complain, Fermour y Wantage inspeccionaron el reloj con gran interés. Roffery, que ya había tenido oportunidad de verlos en su condición de cotizador, se apartó con gesto desdeñoso. El sacerdote recobró su posesión y comenzó a hacer girar un pequeño botón en el costado.

–Hago esto para que funcione –explicó en tono pomposo–. De las tres manecillas, la más pequeña marcha con mucha celeridad; podemos descartarla. Las otras dos tienen diferentes velocidades, pero no necesitamos preocuparnos más que por la más pequeña. Ya veis que ahora está tocando la cifra ocho. Tú, Erri, permanecerás despierto hasta que toque el nueve; entonces despertarás a Wantage. Y tú, Wantage, nos despertarás a todos cuando la manecilla toque el diez, para empezar la jornada. ¿Está claro?

7.31.2020

Relojes en la literatura (40)



Título: Las furias.

Autor: Keith Roberts.

Fragmento:


La vela se había terminado; la oscuridad era absoluta. Avancé hacia la caja con todas precauciones, tomé otro cabo y lo encendí. Aunque pequeño, el resplandor de la llama reconfortaba. En la oscuridad, podía ocurrir cualquier cosa. Miré el reloj. Seguía marcando las nueve y cuarto. Me lo quité de la muñeca y lo metí en el bolsillo. Si hay alguna cosa que odie en este mundo es un reloj que no funcione. Me sentía mejor sin él.




7.29.2020

Relojes en la literatura (39)



Título: La ética del hacker.

Autor: Pekka Himanen.

Fragmento:


En Montaillou aún era, en gran medida, el trabajador y no el reloj quien determinaba el ritmo. En la actualidad, un zapatero que se dedicara a dejar el trabajo y tomarse un vaso de vino con un amigo al mediodía sería despedido sin que se tuviera en consideración cuántos zapatos produce ni la perfección de su labor. Esto es así porque los trabajadores de nuestro tiempo no disfrutan ya de la misma libertad de gobernar su propio tiempo que un zapatero remendón o un pastor en la "oscura" Edad Media. Por supuesto, ninguna descripción de lo que era el trabajo medieval quedaría completa sin mencionar que la tierra era explotada por los siervos de la gleba, pero, hecha esta importante salvedad, cabe decir que, mientras se cumplieran con una serie de metas razonables, nadie supervisaba el uso que del tiempo hacían los trabajadores en la Edad Media.

Sólo en los monasterios la actividad se hallaba vinculada al reloj; por tanto, una vez más, el antecedente histórico de la ética protestante debe buscarse en las comunidades monacales. De hecho, cuando se leen las reglas que regían la vida monástica, a menudo se tiene la sensación de estar leyendo una descripción de las prácticas dominantes en las empresas contemporáneas. La regla de san Benito es un buen ejemplo de ello. Enseña que las tareas de vida tienen que "ser siempre repetidas a las mismas horas y del mismo modo". Estas "Horas" consistían en las siete Horas de los oficios canónicos (horas oficiis): alba Laudes (laudes) 9 de la mañana; Prima (prima) mediodía; Sexta (sexta) 3 de la tarde; Nona (nona) 6 de la tarde; Vísperas (vespera) anochecer; Completas (completorium, al final del día); noche Maitines (matutinae). Las horas canónicas circunscribían el tiempo para todas las actividades. De acuerdo con esta distribución, el tiempo de levantarse era siempre el mismo, como el de acostarse. El trabajo, el estudio y las comidas tenían también asignadas horas exactas.

Bajo la regla de san Benito, cualquier desvío respecto al horario establecido para el conjunto de la vida era un acto castigable.

7.25.2020

Relojes en la literatura (38)



Título: Razones para el amor.

Autor: José Luis Martín Descalzo.

Fragmento:


¡Qué hermoso un mundo en el que nadie mirase a su reloj cuando se reúne con sus amigos! ¡Qué maravilla el día en que alguien venga a vernos y no sea para pedirnos nada, sino para estar con nosotros! Decimos que el tiempo es oro, pero nunca decimos qué tiempo vale oro y cuál vale sólo oropel.

Oro puro es, por ejemplo, el que un padre dedica a jugar con sus hijos, a conversar sin prisa con la mujer que ama, a contemplar un paisaje en silencio, a examinar con mimo una obra de arte. Tiempo de estaño es el que gastamos en ganar dinero o en aburrirnos ante un televisor.

7.19.2020

Relojes en la literatura (37)



Título: Campo de concentración.

Autor: Thomas Disch.

Fragmento:


Elementos del Mundo Cotidiano: Los relojes. Los relojes de los pasillos, demasiado grandes, haciendo publicidad a sus fabricantes, consagrándose a la neutralidad, ansiosos de no estar ansiosos, como los relojes de los edificios públicos. Sin embargo, el minutero no se mueve con la corriente lenta, imperceptible, de otras piezas eléctricas de tiempo, sino con saltos de medio minuto: abruptos, enervantes. El minutero es una flecha, pero una que ha sido trasladada del movimiento lineal al rotatorio. Primero el gangueo de la cuerda, seguido inmediatamente del golpe mortal; luego, por un momento, vibra en el blanco. Uno se vuelve reacio a pedirle la hora a tal invento.

7.16.2020

Un reloj de verdad


Hace pocos meses construyeron un paso para minusválidos, con una rampa de acceso que ahora también usa, por su comodidad, todo el mundo, en una iglesia del centro de la ciudad a donde, esporádicamente, a veces suelo acudir. Ayer me acerqué hasta allí, y entré. Al hacerlo - era la primera vez que usaba ese nuevo acceso - me di cuenta que, al pisar, uno de los bordes de ese paso cedía. Supongo que no tardará mucho en caerse.

No fue una obra barata, de hecho con el aumento de la secularización el dinero para esas cosas cada vez es más escaso, así que tuvieron que pedir ayuda y abrir una colecta, que costó lo suyo completar hasta llegar al objetivo. Pero tras todo ello, me sorprende que, pocos meses después, una obra de semejante envergadura ya tenga esos defectos.

7.15.2020

Relojes en la literatura (36)



Título: Vida de los Santos de Butler. Beato Gomidas Keumurgian, mártir.

Autor: Wifredo Guinea, S.J., Herbert Thurston, S.J, y Donald Attwater.

Fragmento:


En la prisión se privó a Gomidas de alimentos y bebida. Gregorio de Tokat dice: "Recordando la Pasión del Señor, había olvidado el hambre y la sed. Su amor por el Crucificado le hacía olvidar la suerte que le esperaba". Después de recibir los sacramentos, se despidió de su esposa, a la que dio su reloj y su anillo. Además, dio a un amigo diez piastras para que las entregase al verdugo.

7.09.2020

Relojes en la literatura (35)



Título: Campo de concentración.

Autor: Thomas Disch.

Fragmento:


El universo es como un reloj, y no puede tenerse un reloj sin un relojero.

7.04.2020

Relojes en la literatura (34)



Título: Vivir el Evangelio de cada día.

Autor: Aldo Aluffi.

Fragmento:


Tenéis que reconocer que ciertos "instintos" espirituales, si se me permite expresarme así, ven mucho más en profundidad que cierta ciencia psicológica.

Esto me agradó y me indujo a una confianza mayor en las personas sencillas como aquella señora con la que estaba hablando.

Ella se inquietaba ante mí, porque un sacerdote del lugar, que había ejercido gran influjo sobre la juventud, había dejado el instituto religioso y se había casado.

Intentaba hacerla ver que en el fondo se trataba de un problema muy personal de aquel sacerdote, y que por eso no debía situarlo entre los condenados.

Pero la expresión de aquella aldeana no era de este estilo. Su intuición espiritual la había hecho pensar las cosas de otra manera: pensaba en la juventud que había acudido a aquel sacerdote. Sabía muy bien que si uno se marcha no peligran ni Dios ni la religión; como cuando un reloj anda por su propia cuenta no quiere decir que el tiempo esté también en revolución.

7.02.2020

Relojes en la literatura (33)



Título: La guadaña.

Autor: Robert Bloch.

Fragmento:


La Muerte alzó el reloj de arena y le dio la vuelta. La arena empezó a caer lentamente sobre la mitad inferior, grano a grano.

- Un año - murmuró la Muerte.

Y desapareció.

6.28.2020

Relojes en la literatura (32)



Título: Un toque de infinito.

Autor: Howard Fast.

Fragmento:


Me dio un sombrero de fieltro que me quedaba muy bien.

- Era de mi abuelo - dijo con placer -. Entonces hacían las cosas para que duraran, ¿no? Ahora escúcheme bien, Scott. Nos quedan diez minutos. Tome la billetera. - Me entregó una billetera muy grande, de cocodrilo, llena de billetes -. Tiene todo lo que necesita: papeles, documentos, lleva el cuchillo, dinero. Cámbiese los zapatos. Estos son hechos a mano. Hemos pensado en todos los detalles. En la billetera va a encontrar el itinerario completo y detallado, en caso de que se olvide de algo. Este reloj - agregó, dándome un reloj de bolsillo, magnífico, de tapa de oro - perteneció a mi abuelo. Junto con el sombrero. Lo he hecho revisar, y funciona a la perfección.

Terminé de atar los cordones de mis excelentes botines, hechos a mano. No iba a tener que domarlos, pues eran muy blandos. Greenberg siguió dándome instrucciones en forma rápida y precisa.

6.24.2020

Relojes en la literatura (31)



Título: El cura de Ars.

Autor: Francis Trochu.

Fragmento:


Al llegar a Trevoux, todavía muy de madrugada, el Cura de Ars, por caridad, no quiso despertar al guardián del puente, que dormía. En Neuville, donde nuestros peatones, ya fatigados, atravesaron el Saona, el Santo, que había partido sin dinero, ofreció a su compañero, tan bien provisto como él, pagarle el desayuno. Para ello, hablaba de empeñar su reloj; el maestro se negó rotundamente a aceptar.

Igual propuesta hizo al pontonero de Neuville, que le respondió: "Ya pagará usted en otra ocasión".

6.22.2020

Relojes en la literatura (30)



Título: Volver a empezar.

Autor: Ken Grimwood.

Fragmento:


Chateaugay pagaba 20,80 dólares. Pensativo, Jeff intentó buscar en su bolsillo el reloj calculadora Casio y se echó a reír al darse cuenta del tiempo que faltaba aún para que existieran esos aparatos. Cogió una servilleta de la barra e hizo unos cuantos cálculos con bolígrafo.

La mitad de 2.300 multiplicado por 20,8, menos el 30 por ciento de Frank Maddock por ponerle la apuesta... Jeff había ganado alrededor de diecisiete mil dólares.

Lo más importante era que la carrera había terminado tal como él recordaba.

Tenía dieciocho años y sabía todas las cosas importantes que iban a ocurrir en el mundo en las próximas dos décadas.

6.18.2020

Relojes en la literatura (29)



Título: ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!

Autor: Harry Harrison.

Fragmento:


Bostezó, y la extraña sensación se desvaneció mientras alargaba la mano hacia el reloj que siempre dejaba sobre una silla junto a la cama, y luego bostezó de nuevo mientras parpadeaba a las manecillas apenas visibles detrás del maltrecho cristal. Las siete..., las siete de la mañana, y había un pequeño número 9 en el centro de la ventanilla cuadrada. Lunes, 9 de agosto de 1999..., y la atmósfera ardía ya como un horno, con la ciudad empapada aún de la ola de calor que había cocido y asfixiado a Nueva York en los últimos diez días. Andy se rascó un reguero de sudor en su costado, y luego apartó las piernas del sol y ablandó la almohada debajo de su cuello. Del otro lado del delgado tabique que dividía el cuarto por la mitad llegó un leve chirrido que no tardó en convertirse en un zumbido estridente.

(...)

- Un tiempo asqueroso - murmuró, mientras se dirigía al fregadero. Incluso las tablas del suelo ardían bajo las plantas de sus descalzos pies. Se humedeció el sudoroso rostro con un poco de agua, y luego conectó el canal Música y Hora Exacta en el televisor. Un ritmo de jazz llenó la habitación, y la pantalla indicó 18:47 con 6:47 p.m. debajo en números más pequeños para todos los imbéciles que se habían arrastrado por la vida sin lograr aprenderse el reloj de veinticuatro horas. Eran casi las siete y Andy estaba hoy de servicio, lo cual significaba que debió quedar libre a las seis, aunque en la policía nunca se cumplía el horario.

6.15.2020

Relojes en la literatura (28)



Título: Razones para la alegría.

Autor: José Luis Martín Descalzo.

Fragmento:


Y hay, por fortuna, muchas familias en que padres, hermanos, hijos tienen ese tesoro, el mayor y tal vez el único que vale la pena de recibir en herencia. Y existe este cariño generalmente tanto más cuanto más sencilla es la familia, porque aseguran que la felicidad es como los relojes: que cuanto menos complicados son, menos se estropean.

6.11.2020

Lo de las reviews de relojes cada vez va a peor


Dicen que las comparaciones son odiosas, así que intentaremos no caer demasiado en ellas. Sin embargo, es bien cierto que desde hace muchísimos meses que no mencionamos a medios externos que prueban relojes de Casio. Si no recuerdo mal, una de las últimas veces que lo hicimos fue con el WSD-F20, cuando lo probó un medio alemán - hablo de memoria -, y de eso "ya ha llovido" bastante.

No es que no queramos mencionaros reviews y reportajes de medios extranjeros o españoles que prueban lo último de lo último de G-Shock, es que, la verdad, no hay mucho qué decir. La calidad, en su mayoría, brilla por su ausencia, y en muchas ocasiones más que reviews son reportajes que esconden links patrocinados a marketplaces diversas (sobre todo a Amazon), utilizando la review y el análisis del reloj "como gancho" (con el beneplácito o no de las marcas de relojería, ahí ya no entro).

6.09.2020

Relojes en la literatura (27)



Título: Libro de la vida.

Autor: Santa Teresa de Ávila.

Fragmento:


Y así ahora no me parece hay para qué vivir sino para esto, y lo que más de voluntad pido a Dios. Le digo algunas veces con toda ella: "Señor, o morir o padecer; no os pido otra cosa para mí". Me da consuelo oír el reloj, porque me parece me allego un poquito más para ver a Dios al ver que pasa otra hora más de esta vida.

6.07.2020

Relojes en la literatura (26)



Título: Al acecho del Reino.

Autor: Pedro Casaldáliga.

Fragmento:


- Mi tiempo era el Día y la Noche,
el Sol y la Luna,
las Lluvias y los Vientos generales,
mi Tiempo era el Tiempo, sin horas

- Y nosotros te amarramos
al tiempo del reloj,
a nuestro loco tiempo
de prisas e intereses,
al tiempo-competencia.

Zona Casio Semanal

Hazte miembro de nuestro Canal en YouTube para poder obtener nuestro magazine Zona Casio Semanal, con el cual podrás leer cómodamente todo el contenido de ZonaCasio off-line, y conservarlo como material de consulta o información, y muchos otros privilegios más. En cualquier momento podrás anular tu suscripción, así como configurar cómo quieres recibir los avisos y notificaciones, cómodamente en tu smartphone.
Puedes darte de alta a través de éste link. ¡No te lo pierdas!