Uno de mis antiguos jefes era un auténtico fan de los Casio F-91W. Él siempre me insistía de que ese era un reloj pensado "para usar y tirar", y de hecho era lo que él hacía: si se le acababa la pila o le rompía la correa, iba a una relojería y compraba otro. No es extraño que siempre llevase un F-91 nuevo. Decía que por los diez euros que costaba no merecía la pena ni molestarse en cambiarle la pila, ni por supuesto comprarle una correa (que es más cara que el reloj entero).
Os voy a decir algo que seguramente sorprenderá a muchos: mi jefe tenía razón. Aunque aquí siempre hemos defendido la práctica de las tres erres (reparar, reutilizar, reciclar), no vamos por ello a negar la realidad.