Sé que éste es un blog de Casio, pero cuando veis las imágenes que ilustran este blog -las fotos propias, obviamente- no están hechas con una Exilim. Cuando, hace años, buscaba una cámara digital, los precios de las Casio Exilim se disparaban, así que opté por irme hacia Nikon, con la que estoy bastante contento. Por respeto a la marca -a Casio- nunca he publicado y nunca he dicho qué tipo de cámara digital uso, más que nada porque, en un blog que habla de Casio todo el tiempo, sería bastante contraproducente decir que no se hacen las fotos con una Casio teniendo, como tienen en su línea Exilim, tantísima variedad. Sí uso calculadoras de Casio, y sí uso relojes de Casio, pero no sus cámaras. De hecho no se ni cómo funcionan, sé que hay gente que habla maravillas de ellas, y otros consumidores todo lo contrario, pero como nunca he tenido ni una en mis manos, no puedo juzgar. Lo que sí digo -porque es la verdad, qué le voy a hacer- es que la mía es Nikon que, además, Nikon tuvo la deferencia de obsequiarme con un completo pack por haberla elegido. También es verdad que a Casio se lo sugerí en su día y la respuesta fue: "¿Qué? ¿Dígame? ¿Quién habla?". O sea, que no hubo respuesta.
Pero a lo que voy, que me pierdo. Los últimos lanzamientos de Exilim han sido bastante sonados, y han creado polémica (sobre todo en Japón), porque hacen uso de los retoques de imágenes hasta fines insospechados. Es cierto que todas las cámaras actuales traen más o menos filtros, incluso nosotros los hemos usado alguna vez con nuestros móviles, o si usamos servicios web como Instagram. En ellos, podemos aplicarle diferentes efectos para que nuestras imágenes aparezcan diferentes.