Un cielo azul y disfrutar de la tarde con nuestro G-Shock, o con nuestro humilde reloj de Collection. Es tan sencillo como eso. Sin embargo, a veces las cosas más sencillas también se pueden estropear. Dicen que las cajas roscadas y tipo Oyster no sufren el desagradable efecto de la condensación, quizá sea porque la mayoría están hechas en Japón - en el caso de Casio - y allí los controles de calidad son más estrictos y exhaustivos. También es cierto, además, que de todos los relojes con los que he sufrido ese desagradable imprevisto (alguno de ellos G-Shock), ninguno era de tapa roscada. Será por algo. Y será por algo que los clientes más expertos y usuarios más avanzados de G-Shock admiran y valoran ante todo las cajas roscadas. Y quizá por eso en Casio sean tan cuidadosos con ellas, y de hecho solo las ofrecen en algunos modelos elitistas - y no en todos - y en contadas, muy contadas, ediciones especiales.
Uno siente que se le cae el alma al suelo cuando, en un día caluroso, se pone a ver la hora y se encuentra con aquella "manchita" de nebulosa que emborrona el frontal del reloj. Tras recuperarnos del susto, inmediatamente corremos a pasar el dedo por el cristal confiando en que sea algún rastro de suciedad que se ha pegado. Pero cuando esto no es así y comprobamos que no se quita, en nuestra cabeza empiezan a sonar todas las alarmas.