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4.13.2020

Peligros, catástrofes..., y un G-Shock que no sirve de nada


Durante los inviernos más crudos e intempestivos no era poco habitual que en mi pueblo nos quedásemos aislados. Recuerdo muy bien, siendo niño, que durante una de aquellas abrumadoras nevadas mi padre se vio en la necesidad de salir, y para ello se armó de bastones y una gran cantidad de ropa de abrigo. Durante el trayecto se cayó, y aunque gracias al bastón pudo librar una desgracia mayor, se pasó varios días con notables molestias. En aquellas circunstancias ir al médico, por víveres o por cualquier producto que no tuvieras en casa en previsión de ese aislamiento, suponía todo un reto, una odisea, y un riesgo enorme.

Años más tarde recabamos en un barrio, a una distancia demasiado cercana de un complejo químico. Las ocasiones en las que sufrían un escape de sus productos me recuerdan mucho al confinamiento de ahora, más aún: era mucho peor. Te pedían cerrar puertas y ventanas, quedarte en el sitio de tu casa más aislado posible y, por supuesto, no salir a la calle. Nosotros guardábamos rollos de cinta para precintar ventanas y, para asegurarnos, bajábamos las persianas. Aquellas noches claustrofóbicas, con las persianas echadas desde media tarde y pendientes de las noticias que en la radio nos dieran las autoridades, no se las deseo a nadie.





Los verdaderos héroes se han quedado sin su G-Shock. No nos eches las culpas. Supongo que esos relojes estarán ahora muy protegidos en las muñecas de los cantantes de rap, escondidos en sus refugios del campo. Justo donde menos se les necesitaría. Tras esta pandemia, habrá que replantearse eso de G-Shock como reloj-herramienta.


Tampoco estábamos a salvo de incendios forestales, que llenaban las casas de humo y dejaban un olor y un hollín en el ambiente irrespirable. En esas ocasiones, las personas mayores o aquellas que tuvieran problemas respiratorios debían quedarse en casa. Pero el olor a quemado, el humo, se filtraba por cualquier rendija. Supongo que algunos lo habréis sufrido también, ese humo que se te pega en la ropa y en la boca.

Pero, para todas aquellas ocasiones, yo tenía mi G-Shock. Sabía que si tenía que salir corriendo, si el fuego llegaba a nuestra casa o los vapores químicos a nuestros pulmones y nos enviasen a un albergue temporal de alguna localidad cercana (no sería la primera vez que reunían a los vecinos en colegios o polideportivos de otras localidades), podía recurrir al G-Shock, ponérmelo, y que estaría a la altura del compromiso al que le sometería: impactos, humos, polvo, nieve y lluvia... Granizo, tempestades y vapores químicos.

Hasta ahora. La sensación de desamparo que algunos sentimos respecto a G-Shock en estos momentos de máxima necesidad, es indescriptible. Jose Carlos lo explicaba muy bien en uno de sus comentarios: en estos momentos -decía- lo mejor es un reloj lo más liso posible, que se pueda limpiar íntegramente y en su totalidad con toda facilidad. Eso no responde a un G-Shock. Con tanto recoveco y "escondrijo", un G-Shock tiene todas las de perder cuando lo pones frente a enemigos microscópicos cientos de veces más pequeños que el grosor de un cabello humano.


No puedo decir que G-Shock nos haya decepcionado, en lo personal sigue siendo una de mis marcas favoritas dentro de Casio y, como también nos contaba otro lector, esta situación tan inesperada ha pillado a contrapié a todos los fabricantes, no solo de relojería. Ni siquiera los fabricantes de EPIs estaban preparados, y todos sufren en estos momentos tremendas roturas de stock.

Pero resulta incomprensible que la marca en la que menos te esperases una cosa así, no haya tenido, al menos en determinados modelos, una previsión de estos escenarios.

Quizá para explicarlo habría que irnos a los años en los que G-Shock se gestó.

Al principio de los ochenta la "moda" de lo nuclear, el peligro de una guerra atómica y la energía de fisión eran cuestiones un tanto "superadas". Atrás habían quedado los experimentos de los cuarenta y cincuenta, las manifestaciones por la paz y el desarme de los sesenta y setenta... Durante los ochenta, ciertamente, seguía habiendo ese tipo de movimientos, pero no tenían la fuerza ni el vigor de años precedentes. El futuro idílico en el cual la tecnología nos solucionaría todos los problemas (hambre y enfermedades incluidos) tenía embelesado al público en general, y se transmitía en multitud de películas de la época: Tron, Regreso al Futuro... La popularización de la informática colaboró también en gran medida a todo ello, y la imagen de un reloj que debería lidiar contra organismos biológicos de elevada nocividad era algo que ni siquiera se contemplaba.

Cierto que por aquellos años irrumpía el SIDA con fuerza, pero eso enseguida se marginó como un problema de depravados y toxicómanos. Muy lejos de la relojería.


Por otra parte, Kikuo Ibe y su equipo jamás se planteó a su reloj resistente y robusto como un recurso ante una pandemia, simplemente trató de conseguir un instrumento que no se partiera en dos al caer, así de simple. Que tuviera goma por fuera, bisel lleno de recovecos y mil esquinas y huecos, era necesario para amortiguar ese impacto contra superficies duras, y darle a la vez aspecto de reloj futurista que tanto agradaba por entonces.

La atmósfera épica a G-Shock se la dieron las misiones de la NASA, los militares llenándolo de barro y golpes en sus operaciones, y en general, el público que buscaba imitar a sus estrellas del rap o del rock porque los llevaban debido a sus formas llamativas y exageradas.



G-Shock nunca fue el reloj para escenarios catastróficos, aunque se le presumiera su uso en ellos. En realidad, las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos quienes testearon para escenarios al límite, y aprobaron para su uso en el ejército, fueron los Marlin, no los G-Shock.


A fin de cuentas, los "relojes-instrumentos" de Casio eran "otra cosa". Eran aquellos Phone Dialers compactos, aquellos con sensor ultravioleta minúsculos, y aquellos Pulse Check. Claro que la mayoría no eran ni resistentes al agua. Cuando Casio empezó, en los noventa, a añadirle sensores a G-Shock fue cuando tratamos de buscarles las vueltas, otros usos. No en vano eran muy avanzados, disponían de sensores, y además seguían presumiendo de la resistencia a impactos propia de la gama, y su inmersión seguía siendo soberbia, de 200 metros.

En un momento dado creímos que G-Shock sería "aquel reloj del apocalipsis" capaz de responder a todo, algunos se lo compraron con esa intención, y en Casio no les preocupaba promulgarla, e incluso reforzar esa imagen en sus campañas publicitarias.

Pero lejos de los focos, de los escenarios de baile y de las fiestas de presentación que tanto éxito le dieron (y le dan) a G-Shock, ¿qué nos queda? Tal vez un pequeño fragmento de goma, un escondite genial para polvo y gérmenes, del cual mejor huir hoy como de la peste (nunca mejor dicho). Tal vez era un sueño facilón, y hemos despertado viendo que lo real no es sino una pesadilla.


| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com

11 comentarios:

  1. Pues yo mis G-shock lo lavo bien con agua y jabón de manos y los enjuago bien y no hay ningún peligro, es mi opinión, saludos a todos.

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  2. Jose Carlos13.4.20

    Gracias por la mención de la humilde opinión de este vuestro servidor.
    Es verdad que nosotros crecimos con la amenaza de la guerra nuclear siempre encima. Pero hace tiempo que se sabía que las guerras del futuro serían biológicas y químicas. Es la guerra más barata para el país atacante y un caos total para el país atacado. Para la guerra convencional el g-shock es perfecto, pero para ambiente NBQ yo prefería un marlin de acero, lisito y fácil de descontaminar.

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    1. NBQ, mira que hace tiempo que no lo oía...

      Gracias a ti Jose Carlos.

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    2. Jose Carlos13.4.20

      Anda que no me he tragado teóricas de NBQ cuando estaba en el Ejercito. Y me he puesto y quitado veces el EPI, siguiendo todos los pasos en orden... La mascara, que tenias que ir bien afeitado para que ajustara perfectamente a la cara... Pero os voy a decir una cosa, si bien el ataque te lo imaginabas en tiempo de guerra, con gas saryn en mitad del desierto de Afganistán ( hemos visto muchas películas), en la vida real, esto tiene toda la pinta de lo que nos contaban de cómo sería un ataque biológico a la población civil. Ojo, no estoy diciendo que lo sea...

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  3. Es un reloj d tipología ochentera, q simplemente no estaba pensado para ésto ni se les pasaba por la imaginación. Aunque tampoco es inservible, no cuesta tanto lavarlo cuando te lavas las manos, y pasarle un cepillito cada dos días

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  4. Precioso artículo. Muy instructivo en cuanto a evolución, pero también muy humano.

    Estoy de acuerdo en todo, basta comparar un DW-5000C con un GPR-B1000 para darnos cuenta cómo el tamaño y los recovecos han aumentado. Algo que ya en condiciones normales de polvo o barro es un engorro.

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  5. Anónimo13.4.20

    Estos días uso el Casio W-202. Creo que cumple con todas las premisas. Líneas suaves y fácil de limpiar y con todas las funciones necesarias para el día a día. Mi compañera lleva un W-59. Eso sí..se limpian y se quedan en la entrada.

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  6. Pues a mí sí me decepciona el norte comercial de Casio, porque una variante de marlin no es nada imposible de diseñar, y me atrevo a sospechar que en el área creativa existió una propuesta para farmacias y hospitales, pero rechazada por el poco atractivo comercial. Son decisiones empresariales y nada se puede hacer, así funciona esta industria.

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  7. Anónimo14.4.20

    Como dije por aquí anteriormente, ahora se pensarán en relojes compactos, lisos y minimalistas, pero resistentes. No me importa tanto los materiales y el diseño de un reloj, me importan sus funciones. Un G-shock no lo puede llevar un ejecutivo debajo de la manga de su camisa, por lo tanto, no es práctico.

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  8. No estoy contigo. Un GX56/GXW56 es el reloj para el fin del mundo. Para lo demás Mastercard...

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    Respuestas
    1. Igualmente con un GW 9400 Rangeman .....ambos relojes son dignos aparatos para cualquier condición...y son lavables 100%.

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