La licencia con la que te hacías un hombre

Durante muchos años, en España, existía una frontera "legal" que marcaba tu paso entre la niñez y la edad adulta. No hablamos de la mayoría de edad, sino de algo que respondía más bien a "sensaciones". Se trataba de la Licencia de Ciclomotor. Podría decirse que casi a la par que la obtenías, dejabas atrás tus cosas "de niño", tu Casio F-10 o tu Casio F-20, y pasabas a llevar relojes digamos "más serios", más completos, más "de adulto": un HD, un Marlin, o incluso, más adelante, hasta un G-Shock. Eso demostraba que tenías "otras necesidades", o que eras "más exigente", por decirlo así, y ya te quedaba pequeño aquel humilde F-77 que te habían regalado por tu Primera Comunión, o que habías conseguido como un capricho tras verlo en un escaparate, y rogarles con insistencia a tus padres. Quizá, en un arrebato de generosidad en aquella paupérrima España, tus padres te lo habían comprado durante algún viaje.

Sin embargo el Casio "de mayores" que ahora adornaba tu muñeca era bien distinto. Ya no solía ser un regalo de tus padres, tal vez era ahora un regalo de tu novia, o un deseo que te pagabas con tu propio dinero. Junto a él conseguías eso: la valiosa Licencia de Ciclomotor.




Decimos "valiosa" porque en aquellos años lo era, y mucho. Por primera vez podías hacer largas escapadas, visitabas tú solo las gasolineras - ya no dependías solo de tus piernas, como en bici -, y la usabas para todo: para ir al instituto o a la universidad, para salir a buscar a tu pareja, para el trabajo, para el fin de semana..., y por supuesto, para servirte como vía de escape y "fugarte" durante un rato lejos de todo.

Así, sustituías sin muchos remordimientos de conciencia tu fiel y vieja bicicleta por una de aquellas Vespino, Derbi o Rieju. Los más afortunados podían incluso alcanzar alguna de aquellas deseadas Derbi Coyote, o incluso Bultaco Lobito, ¡uhau!

No siempre fue así, en todo caso. Durante los años sesenta el gobierno franquista decidió que se pudieran conducir ciclomotores cuya cilindrada no superase los 50 cc. sin carnet y sin matriculación alguna, dando pie a toda una revolución en el mercado. Ello acabó con los viejos Velosolex (bicicletas con motor térmico para ayudar a la pedalada), muy habituales en el servicio de Correos, y dio paso a que marcas enteras (Derbi, Rieju...) se centraran casi en su totalidad en ese sabroso mercado. Incluso otras firmas de renombre, como Ossa, trataron de pescar su parte en él, con modelos como su Ossita.

Sin embargo, cuando unos años después conseguí sacarme el carnet de conducir, la licencia desapareció. Con los nuevos carnets en formato tarjeta ya no había hueco para ese tipo de licencias de ciclomotor. Recuerdo que se lo pregunté a la señora de la autoescuela, y me respondió vagamente, quitándole importancia, dándome a entender que, frente al carnet de conducir "un coche", la Licencia de moto era casi una tontería. Pero para mí no lo era. La había conseguido con bastante esfuerzo, y a diferencia de otros que tenían la suerte de que se la pagaban "sus papis", yo tenía que salir del trabajo a toda prisa e irme a la autoescuela, y solo tenía una hora para ello.

Recuerdo también que, en aquellos años, la Licencia te la daban con cumplir solo una semana de teoría, ni siquiera tocabas una moto. Claro que, como muchos sabréis, no tiene mucho misterio llevar una Vespino de aquellas. ¡Qué diferente es todo eso hoy, ¿verdad?!



Así que fue una gratísima sorpresa ver que, con la última reforma del Código de Circulación, la Licencia de Ciclomotor había regresado a mí. Ahora convertida en el Carnet AM, y con un bonito scooter como logo, volví a tenerla. No sirve de mucho teniendo el carnet de coche, claro, pero me agrada verla vigente.

Y eso me lleva de nuevo al principio: puede que ahora los Serie F de Casio, o sus humildes Collection, no tengan el tirón de entonces, pero nos alegra verlos y, por supuesto, usarlos esporádicamente. No tienen mucho que hacer frente a los completos G-Shock, Edifice o Pro Trek, pero quizá sea nostalgia, nos llenan de satisfacción el poder, de cuando en cuando, tenerlos en nuestras muñecas. Tal vez sea su ligereza, su comodidad, o su simplicidad, pero como aquellos viejos ciclomotores, te hacen un poco volver a tus años de juventud.

Hoy quien quiera una de "nuestras" AM tiene que ir a una autoescuela, pasar un examen "serio" y probar que domina el vehículo para el que se examina (cuadriciclo, ciclomotor...), por eso, quizá, se ven tan pocos por las calles, cuando antes era una auténtica "jauría", ¿recordáis? Al fin y al cabo ahora compensa más sacarse el carnet de coche, o dar el salto directo a "moto grande", que invertir en una de esas scooters pequeñas. Sin embargo creo que, en ese sentido, la Administración lo ha hecho bien, le ha dado a nuestras Licencias de Conducción categoría de carnet en toda regla, y haciendo con ello que todos los que en sus años lo obtuvimos, podamos haberlo recuperado.

| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com

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