Seguramente muchos de vosotros seáis como yo en cuanto a preferencias de peso, y prefiráis los relojes muy ligeros de resina, a los pesados de acero o titanio. Pero admito que esta pandemia - como en tantas otras cosas - está cambiando algunas de mis costumbres. Y es que cuando salgo, sobre todo si tengo que estar en sitios con mucha concurrencia y tocando cosas, intento tocar el reloj lo menos posible. Dejarlo en la muñeca y, eso sí, consultar en él la hora - como siempre -, pero sin manosearlo demasiado. No es que me vuelva obsesivo con ello, tampoco es eso, pero mira, si tengo que llevar mascarilla todo el puñetero día, al menos no ser tan gilipollas como para llevar luego el virus conmigo en el reloj.
Sería de tontos, ¿verdad?. Claro que luego tocas el móvil y ni apenas lo desinfectas, o el volante de tu coche o las llaves de la puerta... Pero eso es otro cantar. Las llaves, el móvil, la cartera..., sé que están "sucios" (o potencialmente contaminados), así que llego a casa y me olvido de ellos. Pero si en un momento dado toco el reloj, quiero saber que está limpio - o lo más limpio que se pueda, claro -, quizá porque el reloj sea más importante para mí (por algo escribo en esta publicación) y el resto de esos elementos que he nombrado me importen una puñeta.
El problema con el que me he dado cuenta - no sé si tú también lo has notado - es que los relojes "pequeños", como los W-202, F-201, AE-1200 y similares, que usaba hasta ahora, son demasiado "ligeros". Con esta ropa de invierno se camuflan en las mangas y tienes que ir "a buscarlos", tocando todo por el camino (reloj incluido, claro).