El invierno - en el hemisferio norte, obviamente - inició este pasado fin de semana (como nos recordaba Pedro en la Galería Semanal), pero tranquilos, porque el solsticio de invierno también ha comenzado. Eso quiere decir que los días dejan de "encogerse", y ganamos luz natural, paulatinamente, muy poco a poco, pero es un recuerdo de esperanza, de que vendrán días de luz, en medio de un invierno mortecino, de mañanas gélidas, de días negros y nublados en los que la naturaleza se queda en un estado latente, los árboles de los parques en las ciudades muestran un aspecto esquelético, y los lugares húmedos y sombríos nos encogen el corazón, llenándolo de melancólicas sensaciones.
Siempre me agradó, en esta época, usar uno de los relojes que Casio tiene con función de hora de salida y puesta de sol, y ver en ellos, con interés cada día, cómo la luz diurna le va raspando poco a poco minutos a la noche.