Soy de esa
generación que vivió la explosión de los relojes digitales en los años 80. La
misma que de niño disfrutó de un serie “F” y la misma que, ya en la
adolescencia, vivió los días de gloria de Casio con un “Marlin” en la muñeca.
Los que rondamos la cuarentena y vivimos el boom digital de Casio, somos también los mismos que hoy en día añoramos aquella tecnología, y al mismo tiempo los mismos que, decepcionados por el curso de los acontecimientos, desechamos a la nueva Casio y recriminamos, con toda la razón que nos da ser los “antiguos” consumidores de la marca, su decisión de fabricar relojes en modo analógico.