Cuando era pequeño las bicicletas de aluminio eran muy caras, algunas casi tanto como ahora una de fibra de carbono. De manera que muchos solo podíamos adquirir modelos con cuadro de acero hi-ten o, a lo sumo, cromoly.
Siempre tuve el anhelo de poder disfrutar de un cuadro de aluminio y olvidarme de los problemas del acero (peso y oxidación, principalmente). Eso de poder guardarla durante meses sin el temor de, al ir a recogerla, verla cubierta de óxido, o disfrutar de ella al aire libre y bajo la lluvia sin la preocupación de que el agua se internase por sus tubos, me parecían unas grandes ventajas. De manera que, en cuanto tuve la menor oportunidad, adquirí un cuadro de aluminio 6061 y, luego, uno de aluminio 7005 (más caros y difíciles de encontrar, pero mi variante favorita de ese metal).